sábado, 14 de febrero de 2009

Nacido de la Ley y la Tentación


El DDI: Un recurso legal de la mente.


La prohibición aumenta el valor de lo prohibido. Esto genera dos efectos, uno consecuente del otro, en primera instancia resalta lo prohibido para que sea debidamente tomado en cuenta, y como consecuencia intensifica la tentación hacia lo vedado. Simultáneamente, el que recibe la prohibición, acepta de buena gana la revalorización de lo prohibido por dos razones básicas: si cayera en la tentación tendría la excusa de haber sucumbido (a pesar de sus esfuerzos) a la irresistible atracción del objeto prohibido; y si llegara a evadir la tentación, su narcisismo podría jactarse de la heroica batalla ganada por su autocontrol ante tan temible enemigo.La instauración de la ley invita a su infracción. De ahí el sentimiento popular de que todo lo prohibido es más tentador. Al iniciar una dieta se activa la gula. La prohibición que recae sobre la sexualidad infantil aumenta el interés morboso. El mito del Génesis ubica este fenómeno en los inicios de la humanidad: al prohibirle cosechar del árbol de la sabiduría, Dios llama la atención sobre el fruto prohibido instaurando la tentación. Sin la prohibición, lo más probable es que Eva no se hubiera dado cuenta del dichoso árbol. Al decir: “de esta agua no beberé” aparece la sed. Estos efectos dificultan la función primaria de la ley, que debiera estar al servicio de favorecer la relación del sujeto con el mundo, y por añadidura aumentan el conflicto interno del sujeto. Las prohibiciones y sus consecuencias tentadoras son un obstáculo para la civilización, a la mente (en evolución) no le queda de otra que buscar formas de adaptación a este fenómeno, uno de esos intentos de conciliación entre el deseo interno y la ley externa es un recurso legal mental que en Psiconomía denominamos: DDI.
(Mario Fattorello, Manifiestos de Psiconomía)

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