lunes, 16 de marzo de 2009

'Imposturas intelectuales', de Alan Sokal y Jean Bricmont


Existen corrientes de pensamiento que, al igual que si fueran terremotos, ponen en alerta mi sismógrafo intelectual. La religión, el creacionismo, la idea de que el arte es mesurable cualitativamente de forma incontrovertible. Esa clase de cosas.
Pero si hay una tendencia intelectual que de veras me parece nociva (aunque apenas llama la atención a nuestro alrededor) es la del posmodernismo y el relativismo cognitivo. Entonces mi sismógrafo registra una puntuación máxima en la escala Richter. Cuando la gente empieza a usar el caos y lo de la mariposa que agita sus alas para originar un huracán, la mecánica cuántica, los fractales y demás sin tener ni idea y para justificar o explicar cosas que nada tienen que ver con la ciencia.
Imposturas intelectuales es uno de los libros-experimento que sin duda ha hecho más por demostrar lo ridículos que resultan los planteamientos posmodernistas y, de paso, intenta desautorizar a esa caterva de intelectuales (mayormente de las ciencias sociales) que campean a su anchas demostrando un analfabetismo insultante o una simple y llana mala fe.
El origen de este libro es una broma. Debido a que cada vez más sectores pertenecientes al ámbito de las humanidades y de las ciencias sociales han adoptado la filosofía posmodernista de rechazar más o menos explícitamente la tradición racionalista de la Ilustración, arguyendo que la ciencia no es más que una “narración”, un “mito” o una construcción social, los autores quisieron comprobar hasta donde podían llegar si ellos también adoptaban esta postura.

Por ello, Alan Sokal, presentó una parodia de trabajo que ha venido proliferando en los últimos años a una revista cultural norteamericana de moda, Social Text. El título de este artículo fue “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica”. Un título que incluso era sencillo en comparación con el cuerpo del artículo, que no era más que una sucesión de absurdos, faltas de lógica y mucha palabrería científica tan del gusto de los que no tienen mucha idea de ciencia. (Al final del libro, por cierto, se transcribe el artículo completo y se analizan las trampas punto por punto).
La idea central del artículo postulaba que la realidad física, al igual que la realidad social, es en el fondo una construcción lingüística y social; y al final añadía que “la π de Euclides y la G de Newton, que antiguamente se creían constantes y universales, son ahora percibidas en su ineluctable historicidad.”
El texto no sólo fue aceptado sino incluso aplaudido por muchos intelectuales. Poco después, por supuesto, se desveló la broma… y las críticas no tardaron en llegar.
Pero esta anécdota sólo sirve como punto de partida para Imposturas intelectuales. La verdadera intención del libro es analizar sistemáticamente los errores en los que tropiezan autores tan renombrados en Francia y en el mundo como Jacques Lacan, Julia Kristeva, Luce Irrigaría, Bruno Latour, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y otros.
Todos los autores analizados en Imposturas intelectuales incorporan a las ciencias humanas o sociales nociones propias de las ciencias naturales sin ningún tipo de justificación empírica o conceptual. Y lo que es peor: dejan de manifiesto todos ellos que sus conocimientos en las ciencias naturales son superficiales o directamente nulas. Pero al tratarse de textos dirigidos a otros colegas y estudiosos de las ciencias humanas o sociales, nadie se da cuenta de ello.
Lacan, quizá el más conocido, por ejemplo, intenta “matematizar” el psicoanálisis, pero Sokal y Bricmont demuestran que Lacan emplea analogías entre ambas materias, el psicoanálisis y las matemáticas, de una forma totalmente arbitraria. Puro misticismo laico. Los lectores de Lacan, que ni idea tienen de ciencia, tragan sin rechistar.

Todos estos capítulos son tal vez un tanto tediosos, porque te obligan a leer textos muy crípticos de autores que precisamente son adulados por su densidad expositiva. Y tal vez algunos análisis se escapen de la comprensión del lector que no domine la materia científica. Pero Imposturas intelectuales vale su peso en oro, sobre todo, por un intermedio que casi ocupa un cuarto del libro. Un capítulo central magistral donde ambos autores argumentan de forma sencilla acerca de cómo funciona realmente, a nivel epistemológico, la ciencia y por qué el relativismo cultural es una falacia.
Así pues, Imposturas intelectuales, además de dejar al descubierto que muchos autores posmodernistas, sobre todo del ámbito de las ciencias sociales, son aficionados a una verborrea oscura y pedante para, quizá, escamotear la inanidad de su contenido, también ayudará a muchos lectores a resolver qué significa tener certezas sobre algo, qué es la verdad objetiva y subjetiva, por qué el relativismo se contradice a sí mismo, etc.
De modo que recomiendo vivamente este texto a los que sois de letras. Todas las objeciones que se os puedan ocurrir respecto a la idea de que la ciencia no puede ser relativa y se basa en certezas, os aseguro que aquí están contestadas. Porque las disciplinas científicas (así como las partes científicas de las ciencias sociales) se basan en un conocimiento acumulativo y, por tanto, nada subjetivo. Es conocimiento racional y objetivo (objetivo en el sentido práctico, por supuesto, no en el sentido absoluto, el cual ni nos atañe ni debe ser invocado para discutir asuntos terrenales).
Pero aún se puede ir más lejos: es natural introducir una jerarquía en el grado de certidumbre que se concede a diferentes teorías en función de la cantidad y la calidad de los argumentos que la fundamentan. Todos los científicos, y a decir verdad todos los seres humanos, proceden de este modo y asignan mayor probabilidad subjetiva a las teorías mejor fundamentadas (por ejemplo, la evolución de las especies o la existencia de átomos) y menor probabilidad subjetiva a las teorías más especulativas (por ejemplo, las teorías detalladas de la gravedad cuánticas). El mismo razonamiento es aplicable cuando se comparan teorías de las ciencias de la naturaleza con teorías históricas o sociológicas. Así, por ejemplo, las pruebas a favor de la rotación de la Tierra son mucho más sólidas que las que podría aportar Kuhn para sostener cualquiera de sus teorías históricas. Naturalmente, eso no quiero decir que los físicos sean más inteligentes que los historiadores, ni que utilicen métodos mejores, sino simplemente que, en términos generales, los problemas que estudian no son tan complejos e incluyen un menor número de variables que, además, son más fáciles de medir y controlar. La introducción de esta jerarquía en nuestras certidumbres resulta inevitable, y de ella se desprende que ningún argumento concebible fundado en la visión kuhniana de la historia puede acudir en ayuda de los sociólogos o filósofos que pretendan desafiar, de forma global, la fiabilidad de los conocimientos científicos.

La conciencia entre las neuronas


Usted despierta cada mañana con la idea clara de quién es. Conoce su nombre, su estado, las personas a las que ama y su lugar sobre el planeta.
Consciente de lo que hace, usted se mueve, habla, asume posiciones y defiende opiniones, mientras tanto, su cerebro se ocupa de que todo esté bien, porque existen ciertas actividades que, aunque importantes, no están bajo su control, como los latidos de su corazón y la respiración.
Entre los límites por alcanzar en la neurología moderna, la localización de la conciencia se encuentra entre los primeros de la lista.
Los neurólogos ya saben que parecen existir dos sistemas, uno que no controlamos y otro que, al parecer, nos da la ligera impresión de que el individuo tiene autoridad completa de la actividad neuronal que mueve su cuerpo y vigila su mente.
Para muchos, la conciencia no nace con nosotros, se va formando a medida que vamos llenando el cerebro con información.
Para otros, estas funciones ya vienen programadas y comienzan a funcionar desde el nacimiento.
Otros más ven una correlación entre ambos sistemas.
Por el momento, la forma en que el cerebro accede a la información consciente no está demostrada inequívocamente.
Como en todo ámbito científico, las opiniones aún están divididas. Muchos neurólogos piensan que existe un lugar particular donde habita la conciencia, pero son los pocos.
La idea que prevalece en la neurología moderna es que la conciencia es, realmente, una propiedad que posee la red global cerebral.
Ahora, un interesante estudio publicado en el diario PLoS Biología sugiere que existen cuatro procesos específicos y separados que se combinan para moldear la “firma” que caracteriza la actividad consciente.
Los científicos observaron la actividad neuronal en voluntarios que eran presentados con dos tipos de estímulos, unos que podían ser percibidos de forma consciente y otros que no.
El doctor Dehaene Gaillard, del hospital francés Inserm, descubrió, mirando los cerebros de los pacientes, que sólo los estímulos que pueden ser percibidos de forma consciente activan estos cuatros sistemas cerebrales.
Espacio trabajo global
Para los expertos, ha sido la convergencia de los cuatro sistemas de la percepción consciente lo que caracteriza la conciencia en el cerebro y no un único portal.
“Los resultados sugieren que, en vez de esperar por un solo marcador, una visión más madura del procesamiento consciente considera que está relacionado con un patrón de escala cerebral distribuido a través de la activación coherente del cerebro”, explicó el neurólogo Lionel Naccache.
El experimento confirma la teoría llamada “Espacio de Trabajo Global” que explica la conciencia como un estado de larga distancia manejado por varios sistemas.
Puede encontrar el artículo original en: http://biology.plosjournals.org/perlserv/?request=get-document&doi=10.1371/journal.pbio.1000061.
Cuatro umbrales hacia nuestra atención
Los resultados determinantes se los debemos a pacientes de epilepsia que decidieron participar como voluntarios.
Estos pacientes habían tenido que franquear procedimientos quirúrgicos de implantes de electrodos directamente en sus cerebros.
Por ello, fue posible la utilización de un sistema distinto para monitorear el cerebro: la grabación electrofisiológica intracerebral de la actividad neuronal.
Los científicos presentaron a los voluntarios palabras impresas donde algunas estaban visualmente enmascaradas y otras no, luego midieron los cambios en la actividad cerebral y el nivel de atención al reparar en las palabras.
“Este método ofrece una oportunidad única para medir correlaciones neuronales de acceso consciente con resoluciones óptimas en lo espacial y lo temporal.
Al comparar la actividad, aislamos cuatro marcadores electrofisiológicos que caracterizaban el acceso consciente 300 microsegundos después de percibir la palabra”, explicó Gaillard.

domingo, 8 de marzo de 2009

Síndrome de Asperger


Janis Sharp, progenitora del "ciberpirata" británico aseguró que la demanda de extradición obedece a una especie de "rabieta" de los norteamericanos, "a quienes mi hijo puso en ridículo y ahora ven en él un blanco fácil", a pesar de que las instituciones estadounidenses en cuyos ordenadores entró no tenÌan clave de acceso.


El autismo y el déficit de atención con hiperactividad son dos trastornos de conducta bastante estudiados que pueden tener consecuencias graves en la vida social y laboral de quienes los padecen. Una patología muy similar, aunque menos conocida, es la del Síndrome de Asperger, un problema con base neurológica de causa desconocida que provoca dificultades de relación, comunicación y de expresión, así como alteraciones de la expresión emocional.
EL CASO DEL CIBERPIRATA Un caso relativamente conocido de paciente con Síndrome de Asperger ha sido el del británico Gary McKinnon, un hombre de 42 años acusado de la mayor operación de ciberpiratería en la historia de Estados Unidos.
Washington ha pedido a Londres la extradición del ciberpirata, lo que le expone a una pena de setenta años de cárcel en una prisión de alta seguridad. Esta demanda ha levantado voces críticas en el Reino Unido argumentando que McKinnon es solo un enfermo y debe de ser tratado como tal.
El británico ha sido acusado de entrar ilegalmente en la memoria de noventa y siete ordenadores de la Armada y el Ejército estadounidenses, de la NASA y el Pentágono, entre febrero de 2001 y marzo de 2002, hechos que él ha admitido aunque aduciendo en su descargo que en ningún caso lo hizo con mala intención.
Simon Baron-Cohen, profesor de la Universidad de Cambridge y experto en trastornos de comportamiento, justificó las acciones del acusado por el síndrome que padece, por lo que "la actividad de McKinnon no puede considerarse un hecho delictivo".
"INGENUIDAD SOCIAL" El experto explicó, el pasado enero, en rueda de prensa en Londres que el proceder obsesivo de McKinnon es típico de la "ingenuidad social" de las personas que sufren el síndrome de Asperger. Esa enfermedad produce "una visión de túnel que hace que, en persecución de la verdad, las personas no ven las potenciales consecuencias sociales para otras" y "su encarcelamiento sería cuestionable porque alguien afectado por esta patología muy difícilmente soportar ese entorno".
McKinnon fue descubierto cuando trataba de descargar fotografías de la NASA que él creía que habían sido manipuladas para ocultar pruebas de la existencia de vida extraterrestre. Según los norteamericanos, que reclaman su extradición, el ciberpirata pretendió "de forma intencionada y calculada influir en el Gobierno de Estados Unidos mediante la intimidación y la coerción".
Los afectados del Síndrome de Asperger, al contrario de lo que ocurre con los autistas, no suelen presentar retraso. Algunos tienen incluso un coeficiente de inteligencia muy elevado. Se cree que Isaac Newton, uno de los padres de la física, estaba afectado por este mal.
El caso de McKinnon podría ser un paradigma. Según su madre, Janis Sharp, desde que era niño se interesó por la actividad extraterrestre y con sólo diez años ingresó en la Asociación Británica de Investigaciones sobre los OVNIS.
La progenitora de McKinnon cree que la demanda de extradición obedece a una especie de "rabieta" de los norteamericanos, "a quienes mi hijo puso en ridículo y ahora ven en él un blanco fácil", a pesar de que las instituciones estadounidenses en cuyos ordenadores entró no tenÌan clave de acceso.
LA HIJA DE BACHARACH Y DICKINSON Un caso más triste fue el de Nikki Bacharach, la hija del cantante y compositor Burt Bacharach y de la actriz Angie Dickinson, quien se suicidÛ a los 40 años en su casa de Thousand Oaks (norte de Los Angeles), a comienzos de 2007.
La única hija del matrimonio de artistas Bacharach y Dickinson llevaban divorciados desde 1980- fue diagnosticada con el síndrome de Asperger poco después de su nacimiento prematuro y su lucha diaria contra esa forma de autismo quedó documentada en la canción: "Nikki", que le dedicó su padre. La canción resaltaba la gran sensibilidad que tenía la mujer fallecida, a pesar de las rutinas obsesivas que condicionaban su existencia.
Investigaciones recientes han determinado que mientras los autistas tienen afectados los dos hemisferios cerebrales, el síndrome de Asperger solo afecta al derecho. Por ello es difícil detectar el problema en los primeros años de vida en niños que demuestran excelentes habilidades verbales (vocabulario, memoria auditiva). Sin embargo, con el paso del tiempo los afectados comienzan a presentar signos de hiperactividad, y se vuelven obsesivos (a veces preguntan reiteradamente, y con un gran nivel de angustia, por la hora y la fecha del día) y solitarios.
Otro síntoma que puede denotar la existencia de la patología es la falta de reciprocidad social del afectado. Por ejemplo, durante una conversación Éste insiste en un tema sin tener en cuenta las razonamientos de los demás. Al igual que en el trastorno autista, se observan patrones de conducta, intereses y actividades repetitivos, de acuerdo con el "Manual de los trastornos mentales", de los psiquiatras López-Ibor Aliúo y Valdés Miyar.
No obstante, el pronóstico para los afectados por el síndrome de Asperger es mucho más esperanzador que el de los autistas, pues los estudios de seguimiento sugieren que, al llegar a la edad adulta, muchos individuos son capaces de obtener un empleo y ser autosuficientes en la vida.
Efe Reportajes.