viernes, 6 de noviembre de 2009
El encuentro entre neandertales y humanos modernos
Este año se cumplieron doscientos años del nacimiento de Charles Darwin y ciento cincuenta de la publicación del libro que lo haría famoso, en el que contaba su explicación de cómo evolucionaron todos los seres vivos. Pero Darwin nada dijo en aquel momento sobre la evolución del hombre. Tuvo miedo del escándalo.
Era una época difícil para contrariar a la religión, y sufrió mucho por las discusiones que se desprendieron de su teoría. Por eso fue que tardó doce años en animarse a publicar algo sobre el ser humano. Para ese momento la idea de que el hombre no había permanecido aparte de la evolución ya había conseguido suficiente apoyo científico y social.
En esto ayudaron bastante unos huesos fósiles descubiertos en la cueva de Feldhofer, Alemania, en 1856, tres años antes de que Darwin publicase El origen de las especies.
Esa cueva estaba ubicada en el valle del río Neander, razón por la que al fósil lo llamaron “Hombre de Neanderthal”.
La paleoantropología es la rama de la ciencia que estudia la evolución del hombre y sus antepasados. Esta especialidad nació junto con el descubrimiento de este neandertal, que llegó para poner en entredicho el que el hombre fuese especial, un ser único al que la evolución no podía tocar.
El Hombre de Neanderthal estaba allí, muy diferente a nosotros en el aspecto físico, y tenía tanta antigüedad como para ser llamado pariente y hasta antepasado evolutivo del hombre.
Pero empezaron mal desde el principio. Una reconstrucción errónea de los huesos los equiparó con un mono tonto, razón suficiente para no merecer ser parte de la familia humana.
Los científicos de la época creían que eran demasiado brutos como para tener un comportamiento inteligente.
Le llevó poco más de 150 años a la paleoantropología quitarle al Neandertal el mote de cavernícola bruto, achaparrado y tosco. En el camino, el Hombre de Neanderthal les hizo comprender a los científicos que la humanidad no era diferente, que había evolucionado a partir de seres diferentes. Y que en un momento dado del pasado no hubo un solo representante del género humano sino que hubo dos: nosotros, los Homo sapiens, y nuestros primos, los Homo neanderthalensis.
Una de las incógnitas más grandes de la paleoantropología es saber cómo fue el encuentro y la convivencia entre estas dos especies, ya que sabemos que los neandertales hoy ya no existen, y a la fecha se sabe que los restos fósiles más recientes son de hace unos 35 mil años.
Lo primero que se pensó fue que nosotros, los Homo sapiens, los matamos. Es el típico pensamiento occidental. Una cultura superior llega y desbanca a la inferior. Esto se creyó hasta hace al menos unos veinte años. Los neandertales eran vistos como nuestros primos brutos e inferiores.
¿Pero cómo es posible que hayan vivido unos 200 mil años en Europa y Medio Oriente antes del encuentro si eran tan inferiores?
EL SABOR DEL ENCUENTRO
Hoy en día se sabe que los neandertales y los sapiens tenían una tecnología y un comportamiento similares al momento del encuentro. Ya ningún científico cree en el neandertal bruto que cazaba grandes presas con tecnología ineficiente.
Estudios recientes como los de la cueva Gorham –en Gibraltar– y Bolombor –en Valencia, España– han probado que también cazaban presas menores y mamíferos marinos, e incluso se sabe que comían pescado en la cueva Saint–Césaire, Francia, y vegetales en Shanidar, Irak.
¿Pero qué ocurrió cuando estas dos especies se encontraron, tan diferentes en el aspecto físico, pero no tanto en su adaptación al medio?
La teoría dominante hasta hace algunos años que explicaba este evento se llama Fuera de Africa, y su contraparte no tan aceptada era la Teoría Multirregional.
Ambos eran modelos extremistas que intentaban explicar cómo es que actualmente sólo estamos nosotros, pero 35 mil años atrás había dos especies humanas en Europa.
Fuera de Africa decía que las poblaciones arcaicas, como los neandertales, fueron reemplazados totalmente por los sapiens que se originaron en Africa y luego conquistaron el mundo entero. ¿Cómo? La principal explicación era que los sapiens eran superiores y terminaron aniquilando a las especies anteriores en la competencia por el medio ambiente.
La Teoría Multirregional abogaba por una continuidad de las especies. O sea que creían que nuestra especie, los Homo sapiens, no se había originado en un solo lugar sino que habría evolucionado a partir de todas las especies arcaicas, como los Homo neanderthalensis.
Hoy en día estos dos modelos están intelectualmente muertos. Se han refutado estas teorías tan radicales en base a pruebas paleontológicas.
En los últimos diez años ha habido un consenso en derredor de un modelo que estaría en medio de las dos teorías anteriormente mencionadas: la emergencia de los humanos modernos en Africa con una convivencia y absorción de las poblaciones arcaicas (neandertales) en grados variados.
Hoy sabemos que el Homo sapiens se originó hace unos 200 mil años en Africa; existen pruebas fósiles y también del lado de la genética. Razón por la cual ha quedado totalmente descartada la Teoría Multirregional.
Sigue siendo igualmente una de las ideas más aceptadas la de la conquista total del mundo por parte de los Homo sapiens, si bien con muchas variantes. Hoy en día se basa en los restos arqueológicos, como herramientas líticas, y en la genética, no tanto en huesos fósiles.
La mayoría de los científicos dedicados a la paleoantropología asumen que estos sapiens que conquistaron el mundo eran superiores en genética, tecnología, cultura e intelecto. En el proceso de expansión por el mundo aniquilaron o les ganaron en competición a las especies arcaicas, los neandertales entre ellas.
Pero lo cierto es que todo esto es muy especulativo: no hay pruebas de que haya existido un encuentro entre neandertales y humanos modernos en Europa.
EL ULTIMO NEANDERTAL
Los últimos neandertales se cree que sobrevivieron hasta hace unos 30 a 25 mil años en la Península Ibérica. En el este europeo ya habían desaparecido 42 mil años atrás.
Ahora, los restos fósiles de Homo sapiens más antiguos de Europa tienen 35 mil años de antigüedad, y son del yacimiento de Pestera cu Oase, en Rumania.
Estos fósiles presentan rasgos arcaicos, no son “tan modernos” como los Homo sapiens que poblaron luego al continente europeo y el mundo entero. Por lo que algunos pocos científicos los consideran híbridos de neandertales y humanos modernos.
No está probado, ni mediante restos líticos ni por los fósiles, que los neandertales y los Homo sapiens hayan coexistido en tiempo y espacio en Europa, así que un encuentro entre las dos especies, haya sido violento o con hibridación, es únicamente especulativo.
Ahora, la ola colonizadora que llevó a los Homo sapiens desde su Africa natal hasta las costas de Australia y América, se inició hace unos 50 mil años. Pero antes de eso, unos 130 mil años atrás, nuestros antepasados ya habían salido de Africa para asentarse en Medio Oriente, lugar en el que ya vivían los neandertales desde antes.
Existen pruebas de que allí sí convivieron en el mismo espacio sapiens y neandertales durante unos 50 mil años, o sea, hasta unos 75 mil años atrás, razón de que se crea que esos sapiens de rasgos arcaicos puedan ser híbridos de estas dos especies.
¿Por qué entonces se especula que después de tantos miles de años de convivencia los sapiens se hayan largado en una carrera aniquiladora?
Los estudios más recientes han dado razones para aceptar una explicación diferente. Existe un consenso entre diversos paleoantropólogos en aceptar que los neandertales ya estaban en retroceso por culpa de varios cientos de años de un clima muy cambiante y poco benigno en toda Europa y en Medio Oriente también. Los mismos sapiens tuvieron que repoblar Medio Oriente desde Africa. Y si se dio un encuentro durante ese nuevo repoblamiento, se acepta que los neandertales podrían haber desaparecido porque los sapiens los asimilaron genética y culturalmente. Eran menos, así que fueron absorbidos.
Por Martín Cagliani
(Página 12)
Era una época difícil para contrariar a la religión, y sufrió mucho por las discusiones que se desprendieron de su teoría. Por eso fue que tardó doce años en animarse a publicar algo sobre el ser humano. Para ese momento la idea de que el hombre no había permanecido aparte de la evolución ya había conseguido suficiente apoyo científico y social.
En esto ayudaron bastante unos huesos fósiles descubiertos en la cueva de Feldhofer, Alemania, en 1856, tres años antes de que Darwin publicase El origen de las especies.
Esa cueva estaba ubicada en el valle del río Neander, razón por la que al fósil lo llamaron “Hombre de Neanderthal”.
La paleoantropología es la rama de la ciencia que estudia la evolución del hombre y sus antepasados. Esta especialidad nació junto con el descubrimiento de este neandertal, que llegó para poner en entredicho el que el hombre fuese especial, un ser único al que la evolución no podía tocar.
El Hombre de Neanderthal estaba allí, muy diferente a nosotros en el aspecto físico, y tenía tanta antigüedad como para ser llamado pariente y hasta antepasado evolutivo del hombre.
Pero empezaron mal desde el principio. Una reconstrucción errónea de los huesos los equiparó con un mono tonto, razón suficiente para no merecer ser parte de la familia humana.
Los científicos de la época creían que eran demasiado brutos como para tener un comportamiento inteligente.
Le llevó poco más de 150 años a la paleoantropología quitarle al Neandertal el mote de cavernícola bruto, achaparrado y tosco. En el camino, el Hombre de Neanderthal les hizo comprender a los científicos que la humanidad no era diferente, que había evolucionado a partir de seres diferentes. Y que en un momento dado del pasado no hubo un solo representante del género humano sino que hubo dos: nosotros, los Homo sapiens, y nuestros primos, los Homo neanderthalensis.
Una de las incógnitas más grandes de la paleoantropología es saber cómo fue el encuentro y la convivencia entre estas dos especies, ya que sabemos que los neandertales hoy ya no existen, y a la fecha se sabe que los restos fósiles más recientes son de hace unos 35 mil años.
Lo primero que se pensó fue que nosotros, los Homo sapiens, los matamos. Es el típico pensamiento occidental. Una cultura superior llega y desbanca a la inferior. Esto se creyó hasta hace al menos unos veinte años. Los neandertales eran vistos como nuestros primos brutos e inferiores.
¿Pero cómo es posible que hayan vivido unos 200 mil años en Europa y Medio Oriente antes del encuentro si eran tan inferiores?
EL SABOR DEL ENCUENTRO
Hoy en día se sabe que los neandertales y los sapiens tenían una tecnología y un comportamiento similares al momento del encuentro. Ya ningún científico cree en el neandertal bruto que cazaba grandes presas con tecnología ineficiente.
Estudios recientes como los de la cueva Gorham –en Gibraltar– y Bolombor –en Valencia, España– han probado que también cazaban presas menores y mamíferos marinos, e incluso se sabe que comían pescado en la cueva Saint–Césaire, Francia, y vegetales en Shanidar, Irak.
¿Pero qué ocurrió cuando estas dos especies se encontraron, tan diferentes en el aspecto físico, pero no tanto en su adaptación al medio?
La teoría dominante hasta hace algunos años que explicaba este evento se llama Fuera de Africa, y su contraparte no tan aceptada era la Teoría Multirregional.
Ambos eran modelos extremistas que intentaban explicar cómo es que actualmente sólo estamos nosotros, pero 35 mil años atrás había dos especies humanas en Europa.
Fuera de Africa decía que las poblaciones arcaicas, como los neandertales, fueron reemplazados totalmente por los sapiens que se originaron en Africa y luego conquistaron el mundo entero. ¿Cómo? La principal explicación era que los sapiens eran superiores y terminaron aniquilando a las especies anteriores en la competencia por el medio ambiente.
La Teoría Multirregional abogaba por una continuidad de las especies. O sea que creían que nuestra especie, los Homo sapiens, no se había originado en un solo lugar sino que habría evolucionado a partir de todas las especies arcaicas, como los Homo neanderthalensis.
Hoy en día estos dos modelos están intelectualmente muertos. Se han refutado estas teorías tan radicales en base a pruebas paleontológicas.
En los últimos diez años ha habido un consenso en derredor de un modelo que estaría en medio de las dos teorías anteriormente mencionadas: la emergencia de los humanos modernos en Africa con una convivencia y absorción de las poblaciones arcaicas (neandertales) en grados variados.
Hoy sabemos que el Homo sapiens se originó hace unos 200 mil años en Africa; existen pruebas fósiles y también del lado de la genética. Razón por la cual ha quedado totalmente descartada la Teoría Multirregional.
Sigue siendo igualmente una de las ideas más aceptadas la de la conquista total del mundo por parte de los Homo sapiens, si bien con muchas variantes. Hoy en día se basa en los restos arqueológicos, como herramientas líticas, y en la genética, no tanto en huesos fósiles.
La mayoría de los científicos dedicados a la paleoantropología asumen que estos sapiens que conquistaron el mundo eran superiores en genética, tecnología, cultura e intelecto. En el proceso de expansión por el mundo aniquilaron o les ganaron en competición a las especies arcaicas, los neandertales entre ellas.
Pero lo cierto es que todo esto es muy especulativo: no hay pruebas de que haya existido un encuentro entre neandertales y humanos modernos en Europa.
EL ULTIMO NEANDERTAL
Los últimos neandertales se cree que sobrevivieron hasta hace unos 30 a 25 mil años en la Península Ibérica. En el este europeo ya habían desaparecido 42 mil años atrás.
Ahora, los restos fósiles de Homo sapiens más antiguos de Europa tienen 35 mil años de antigüedad, y son del yacimiento de Pestera cu Oase, en Rumania.
Estos fósiles presentan rasgos arcaicos, no son “tan modernos” como los Homo sapiens que poblaron luego al continente europeo y el mundo entero. Por lo que algunos pocos científicos los consideran híbridos de neandertales y humanos modernos.
No está probado, ni mediante restos líticos ni por los fósiles, que los neandertales y los Homo sapiens hayan coexistido en tiempo y espacio en Europa, así que un encuentro entre las dos especies, haya sido violento o con hibridación, es únicamente especulativo.
Ahora, la ola colonizadora que llevó a los Homo sapiens desde su Africa natal hasta las costas de Australia y América, se inició hace unos 50 mil años. Pero antes de eso, unos 130 mil años atrás, nuestros antepasados ya habían salido de Africa para asentarse en Medio Oriente, lugar en el que ya vivían los neandertales desde antes.
Existen pruebas de que allí sí convivieron en el mismo espacio sapiens y neandertales durante unos 50 mil años, o sea, hasta unos 75 mil años atrás, razón de que se crea que esos sapiens de rasgos arcaicos puedan ser híbridos de estas dos especies.
¿Por qué entonces se especula que después de tantos miles de años de convivencia los sapiens se hayan largado en una carrera aniquiladora?
Los estudios más recientes han dado razones para aceptar una explicación diferente. Existe un consenso entre diversos paleoantropólogos en aceptar que los neandertales ya estaban en retroceso por culpa de varios cientos de años de un clima muy cambiante y poco benigno en toda Europa y en Medio Oriente también. Los mismos sapiens tuvieron que repoblar Medio Oriente desde Africa. Y si se dio un encuentro durante ese nuevo repoblamiento, se acepta que los neandertales podrían haber desaparecido porque los sapiens los asimilaron genética y culturalmente. Eran menos, así que fueron absorbidos.
Por Martín Cagliani
(Página 12)
martes, 25 de agosto de 2009
72.000 años de débito con el fuego
Los primeros seres humanos modernos ya empleaban la tecnología del fuego para fabricar herramientas de piedra hace 72.000 años en el sur de África, según un estudio internacional publicado este jueves en la revista Science. "Hemos descubierto que los primeros hombres modernos, hace 72.000 años, o incluso 164.000 años, en la costa de la actual Sudáfrica, utilizaban un fuego minuciosamente controlado para, tras un procedimiento complejo, calentar la piedra y alterar sus propiedades", afirmó Kyle Brown, de la Universidad del Cabo en Sudáfrica, uno de los principales autores de este estudio. Hasta ahora los rastros más antiguos conocidos de utilización del calor para fabricar herramientas se remontaban a hace 25.000 años en Europa, indicó la AFP. "Nuestro hallazgo de este uso del fuego muestra que estos primeros hombres modernos controlaban el fuego de una manera moderada y sofisticada", añadió Brown. Restos de silcreta, una amalgama de sílice capaz de ser trabajada al contacto con el calor, fueron encontrados enterrados en un hogar en el sitio arqueológico de Pinnacle Point, en Sudáfrica. Los arqueólogos repitieron la técnica empleada por los humanos prehistóricos. "Los resultados fueron sorprendentes", dijo Curtis Marean, paleoantropólogo y profesor de la Universidad de Arizona. "Después de calentada, la silcreta tomó un color rojo profundo y era fácilmente desmenuzable. Además, era muy parecida a la encontrada en el hogar del sitio arqueológico. Al utilizar esta silcreta calentada, éramos capaces de producir copias muy realistas de las herramientas originales", explicó Marean. Las herramientas fabricadas hace 72.000 años eran "excelentes cuchillos y armas de caza". "Nuestro descubrimiento demuestra que estos primeros hombres modernos tenían un conocimiento elaborado" del uso del fuego, agregó. "La expresión de este conocimiento tecnológico por estos primeros hombres modernos en la costa meridional de Sudáfrica nos aporta pruebas suplementarias de que este lugar puede ser origen de los antepasados de todos los hombres modernos, que aparecieron en África hace entre 100.000 y 200.000 años", continuó Marean. Hace unos 50.000 o 60.000 años, "estos hombres modernos dejaron el clima cálido de África y fueron hacia el ambiente helado de Europa y Asia, donde se encontraron con los hombres de Neandertal", explicó el profesor. Las poblaciones de Neandertal se extinguieron hace alrededor de 35.000 años, y los hombres modernos dominaron de España a China pasando por Australia. El trabajo fue realizado por investigadores de la Universidad del Cabo; de Liverpool, en Inglaterra, de Wollongong, en Australia, y de Burdeos, en Francia.
miércoles, 29 de julio de 2009
La explosión demográfica empezó antes de la agricultura
Un paso más en la comprensión de nuestros orígenes.
La evidencia genética revela que las poblaciones humanas comenzaron a expandirse en tamaño en África durante la Edad de Piedra Tardía, en el Paleolítico Superior, hace aproximadamente 40.000 años, según un estudio de la Universidad de Arizona en Estados Unidos que se publica en la revista 'PLOS ONE'.
Los investigadores, dirigidos por Michael F. Hammer, descubrieron que las poblaciones subsaharianas crecieron en tamaño mucho antes del desarrollo de la agricultura. Esta investigación apoya la hipótesis de que el crecimiento de la población jugó un papel importante en la evolución de las culturas humanas a finales del Pleistoceno.
Las reconstrucciones del momento temporal y la magnitud de los cambios en el tamaño de la población humana son importantes para la comprensión de la evolución de la especie humana. Ha existido durante largo tiempo un importante desacuerdo sobre si los humanos comenzaron a aumentar en número como resultado de las innovaciones tecnológicas y/o las conductas formuladas por los grupos de cazadores-recolectores en el Pleistoceno Superior o con la llegada de la agricultura en el Neolítico.
La investigación integra aspectos genéticos empíricos con descubrimientos en paleontología y arqueología para ayudar a proporcionar respuestas a las cuestiones interdisciplinares sobre qué clases de innovaciones condujeron al éxito evolutivo de la humanidad.
La investigación integra aspectos genéticos empíricos con descubrimientos en paleontología y arqueología para ayudar a proporcionar respuestas a las cuestiones interdisciplinares sobre qué clases de innovaciones condujeron al éxito evolutivo de la humanidad.
Los investigadores de la Universidad de Arizona junto con colaboradores de la Universidad de California en San Francisco recopilaron el material genético de aproximadamente 184 individuos de siete poblaciones humanas y utilizaron un método informático para simular la evolución de los linajes humanos a lo largo del tiempo.
Los investigadores descubrieron que tanto los grupos de cazadores-recolectores como los productores de comida se adaptaban mejor a los modelos con un crecimiento de población diez veces superior que comenzaban bastante antes del origen de la agricultura.
Según explican los investigadores, por primera vez fue posible investigar el momento temporal de expansión de la población humana utilizando estadísticas sofisticadas a grandes cantidades de datos genéticos en múltiples poblaciones subsaharianas africanas contemporáneas.
Los autores realizaron un diseño experimental más específico y utilizaron superordenadores para determinar que esta expansión en el tamaño de la población comenzó probablemente al inicio de la Edad de Piedra Tardía, un periodo de la prehistoria que muestra una intensificación de yacimientos arqueológicos, un incremento en la abundancia de tecnologías líticas y un aumento de los intercambios entre distancias largas. El siguiente paso en el proyecto es reunir más datos para evaluar más poblaciones y partes adicionales del genoma.
MADRID, 29 Jul. (EUROPA PRESS) -
sábado, 11 de julio de 2009
Comienza excavación de gran escala en yacimiento del Hombre de Pekín
Un grupo de paleoantropólogos chinos inició el miércoles un proyecto de refuerzo y excavación en las cuevas de Zhoukoudian, ubicadas en los alrededores de Beijing, donde se encontró en los años 20 del siglo pasado el primer cráneo del Hombre de Pekín (Homo erectus pekinensis). Se trata del primer proyecto a gran escala de los últimos 72 años, durante el cual paleoantropólogos chinos excavarán 20 metros cuadrados a lo largo del muro occidental de la cueva No.1, reveló Gao Xing, subdirector e investigador del Instituto de Paleontología Vertebrada y Paleoantropología (IPVP) de la Academia de Ciencias de China, en una conferencia de prensa celebrada hoy. La cueva No.1, donde se encontró el primer cráneo completo del Hombre de Pekín, tenía 20 metros de ancho y 140 metros de profundidad hasta que el techo se derrumbó recientemente. El proyecto iniciado hoy, de cuatro meses de duración, tiene entre otros por objetivo evitar que también se derrumbe el muro occidental de la cueva, dijo Gao. "Encontramos una larga grieta longitudinal y piedras sueltas en el muro. Podría derrumbarse en cualquier momento. Si ocurre esto, podría dañar seriamente las reliquias conservadas en la cueva", explicó Gao. Esta sección constituye la secuencia más completa de asentamiento de estrato con depósitos de reliquias de gran importancia, añadió. La erosión natural ha causado considerables daños puesto que la cueva ha estado expuesta al aire durante un largo tiempo y las excavaciones de los años 20 y 30 del siglo pasado no la protegieron adecuadamente, Gao dijo a Xinhua. Durante el primer mes, los científicos del IPVP se ocuparán de las grietas y trabajarán en el resto de la sección entre agosto y octubre. Esperan que este proyecto ayude a solucionar algunos de los mayores problemas de la investigación. "No tenemos una cronología precisa para el yacimiento de Zhoukoudian.
Las últimas muestras fueron recogidas y fechadas en los años 80 del siglo pasado, cuando las tecnologías de datación todavía no estaban establecidas. Esta vez, recogeremos más muestras de cada estrato geográfico y emplearemos las últimas tecnologías", señaló Gao. También se realizarán más esfuerzos para explicar el desarrollo de los depósitos de las reliquias en la cueva, dijo Gao. "Los depósitos contienen rastros de seres humanos, animales antiguos y cambios del ambiente natural. El proyecto nos permitirá comprender mejor cuándo los seres humanos se establecieron en la cueva, cuándo comenzaron a usar el fuego y cuándo y qué tipo de cambios climáticos tuvieron lugar", precisó. Además de investigar las muestras y nuevos objetos desenterrados y reforzar el muro, los paleoantropólogos también instalarán más carteles explicativos detallados para los visitantes. El grupo de científicos comenzó a prepararse para la evacuación en mayo con el trazado de un mapa de la sección mediante una tecnología de escáner láser en tres dimensiones, que aporta datos altamente fiables, dijo Gao. Hasta marzo se creía que el Hombre de Pekín, un Homo erectus capaz de servirse de herramientas, vivió entre 400.000 y 500.000 años atrás en las cuevas de Zhoukoudian, pero científicos chinos descubrieron mediante un nuevo método de datación radioactivo, que en realidad habitaron este lugar hasta 700.000 años atrás. En diciembre de 1929 el arqueólogo chino Pei Wenzhong halló el primer cráneo completo del Hombre de Pekín, junto con numerosas herramientas de piedra y pruebas de que sabía usar el fuego. En 1936, el técnico que posteriormente se convirtió en arqueólogo Jia Lanpo, desenterró tres cráneos. En total, se encontraron fósiles pertenecientes a 40 individuos y más de 100.000 herramientas. No obstante las excavaciones a gran escala se detuvieron en 1937 cuando el ejército japonés invadió China. El yacimiento del Hombre de Pekín fue incluido en la lista de Patrimonios Mundiales de la Humanidad de la UNESCO en diciembre de 1987 .(Xinhua)25/06/2009
Inaugurada la mayor exposición en España
Celebra a lo grande el 'Año Darwin'
MADRID, 10 Jul. (EUROPA PRESS)
Hasta enero de 2010 el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acoge la exposición 'Evolución de Darwin'. Una muestra organizada para celebrar a lo grande el 'Año Darwin', que conmemora el 200 aniversario del nacimiento del científico y los 150 años de la publicación de su obra más célebre, El origen de las especies.
El objetivo principal de la exposición es mostrar de forma actualizada las bases y principios científicos de la Teoría de la Evolución. Así, el secretario de Estado de Investigación, del Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), Carlos Martínez Alonso afirmó en su discurso que la trascendencia de Darwin radica en que "fue capaz de evidenciar que la especie humana evoluciona a partir de las oportunidades que ofrece el entorno, demostrando que la adaptación y el progreso son posibles".
La muestra contiene piezas del MNCN y del Museo Nacional de Antropología: pliegos de herbarios, libros de botánica del siglo XVIII, cartas manuscritas de Darwin, facsímiles y una momia egipcia de Ibis. También, se expondrán piezas de una muestra internacional sobre Darwin organizada por el American Museum of Natural History de Nueva York, el Museum of Science de Boston, el Field Museum de Chicago, el Royal Ontario Museum de Toronto y el Natural History Museum de Londres.
'La evolución de Darwin' se divide en cinco apartados temáticos: el contexto científico antes del siglo XVIII, los precursores de Darwin, la historia y biografía de Darwin, la genética, y el darwinismo en España.
En el apartado de 'Contexto científico antes del XVIII. El mundo antes de Darwin', la muestra acoge la reproducción del gabinete del médico danés Ole Worm (1588-1654). En esa época, los gabinetes de curiosidades contenían objetos raros y muestras de descubrimientos de las primeras exploraciones. Se guardaban objetos raros que incluía desde artefactos nativos del Nuevo Mundo a animales disecados o fósiles, pero no se estudiaban de forma científica.
En la sección 'Los precursores de Darwin. Contexto religioso-social de la época', se expone cómo a partir del siglo XVIII comenzó a describirse y clasificarse el mundo natural y se explica la importancia de figuras como Carl von Linneo o Georges Cuvier. Sus investigaciones propiciaron que a principios del siglo XIX los pensadores comenzaran a formular la hipótesis de que las especies se habían modificado a lo largo del tiempo y descendían de antepasados comunes.
A BORDO DEL BEAGLE
En la sección de 'Historia y biografía de Darwin' se recogen los aspectos más relevantes de la vida del científico inglés: las circunstancias que marcaron su personalidad, su labor de investigación y el reconocimiento público nacional e internacional a su producción científica.
Esta parte incluye, además, sus estudios a bordo del Beagle y el impacto que tuvo en la sociedad la publicación de El origen de las especies. También incluye detalles de la vida del naturalista a su regreso a Londres y sus aspectos más personales, como sus dudas sobre el matrimonio.
En el apartado 'La Genética' se describen los desarrollos de la investigación en biología evolutiva, la genética y sus avances en las últimas décadas hasta llegar a las teorías y aplicaciones que se hacen en la actualidad.
Al acto inaugural han acudido el presidente del CSIC, Rafael Rodrigo; el director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Alfonso Navas; el director gerente de la Fundación Banco Santander, Javier Aguado; y el administrador de la Fundación Calouste Gulbenkian, Diogo de Lucena.
Hasta enero de 2010 el Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acoge la exposición 'Evolución de Darwin'. Una muestra organizada para celebrar a lo grande el 'Año Darwin', que conmemora el 200 aniversario del nacimiento del científico y los 150 años de la publicación de su obra más célebre, El origen de las especies.
El objetivo principal de la exposición es mostrar de forma actualizada las bases y principios científicos de la Teoría de la Evolución. Así, el secretario de Estado de Investigación, del Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), Carlos Martínez Alonso afirmó en su discurso que la trascendencia de Darwin radica en que "fue capaz de evidenciar que la especie humana evoluciona a partir de las oportunidades que ofrece el entorno, demostrando que la adaptación y el progreso son posibles".
La muestra contiene piezas del MNCN y del Museo Nacional de Antropología: pliegos de herbarios, libros de botánica del siglo XVIII, cartas manuscritas de Darwin, facsímiles y una momia egipcia de Ibis. También, se expondrán piezas de una muestra internacional sobre Darwin organizada por el American Museum of Natural History de Nueva York, el Museum of Science de Boston, el Field Museum de Chicago, el Royal Ontario Museum de Toronto y el Natural History Museum de Londres.
'La evolución de Darwin' se divide en cinco apartados temáticos: el contexto científico antes del siglo XVIII, los precursores de Darwin, la historia y biografía de Darwin, la genética, y el darwinismo en España.
En el apartado de 'Contexto científico antes del XVIII. El mundo antes de Darwin', la muestra acoge la reproducción del gabinete del médico danés Ole Worm (1588-1654). En esa época, los gabinetes de curiosidades contenían objetos raros y muestras de descubrimientos de las primeras exploraciones. Se guardaban objetos raros que incluía desde artefactos nativos del Nuevo Mundo a animales disecados o fósiles, pero no se estudiaban de forma científica.
En la sección 'Los precursores de Darwin. Contexto religioso-social de la época', se expone cómo a partir del siglo XVIII comenzó a describirse y clasificarse el mundo natural y se explica la importancia de figuras como Carl von Linneo o Georges Cuvier. Sus investigaciones propiciaron que a principios del siglo XIX los pensadores comenzaran a formular la hipótesis de que las especies se habían modificado a lo largo del tiempo y descendían de antepasados comunes.
A BORDO DEL BEAGLE
En la sección de 'Historia y biografía de Darwin' se recogen los aspectos más relevantes de la vida del científico inglés: las circunstancias que marcaron su personalidad, su labor de investigación y el reconocimiento público nacional e internacional a su producción científica.
Esta parte incluye, además, sus estudios a bordo del Beagle y el impacto que tuvo en la sociedad la publicación de El origen de las especies. También incluye detalles de la vida del naturalista a su regreso a Londres y sus aspectos más personales, como sus dudas sobre el matrimonio.
En el apartado 'La Genética' se describen los desarrollos de la investigación en biología evolutiva, la genética y sus avances en las últimas décadas hasta llegar a las teorías y aplicaciones que se hacen en la actualidad.
Al acto inaugural han acudido el presidente del CSIC, Rafael Rodrigo; el director del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Alfonso Navas; el director gerente de la Fundación Banco Santander, Javier Aguado; y el administrador de la Fundación Calouste Gulbenkian, Diogo de Lucena.
sábado, 27 de junio de 2009
Primera imagen de la génesis cerebral de la memoria
MADRID, 19 Jun. (EUROPA PRESS) - La habilidad de aprender a establecer nuevos recuerdos es esencial para nuestra existencia cotidiana e identidad; nos capacita para movernos por el mundo. Un nuevo estudio de investigadores del Montreal Neurological Institute and Hospital, y de las universidades McGill y California en Los Angeles, han capturado una imagen del primer momento de activación de un mecanismo, concretamente la translación de una proteína, que desencadena la formación de la memoria a largo plazo.
El hallazgo proporcina la primera evidencia visual de que cuando una nueva memoria se forma, nuevas proteínas son producidas de forma localizada en la sinapsis --la conexión entre las células nerviosas-- incrementando la fuerza de la conexión sináptica y reforzando la memoria. El estudio publicado en 'Science' es importante para el entendimiento de cómo se forman las trazas de memoria, y la habilidad para seguirlas en tiempo real permitirá una mejor comprensión de cómo se forma la memoria.
Cuando se considera qué puede pasar en el cerebro a nivel molecular es preciso tener en cuenta dos propiedades esenciales de la memoria. La primera, porque un montón de información necesita ser mantenida durante un largo tiempo y tiene que existir algún grado de estabilidad. En segundo lugar, permitir el aprendizaje y la adaptación al sistema también precisa ser altamente flexible, informa Science Daily.
Por esta razón, la investigación se centró en las sinapsis, que son el principal punto de intercambio y almacenamiento en el cerebro. Forman una vasta pero también constante red de fluctuación y conexiones cuya habilidad para cambiar y adapatarse, denominada plasticidad sináptica, puede ser la base fundamental del aprendizaje y la memoria.
"Pero, si esta red está cambiando constantemente, la cuestión es cómo determinar la formación de las memorias. Se ha sabido durante algún tiempo que un paso importante en la formación de la memoria a largo plazo es la translación, o producción, de nuevas proteinas localizadas en la sinapsis, que refuerzan la conexión sináptica en la incorporación de una memoria, algo que hasta ahora nunca se había registrado en imágenes", explicó el doctor Wayne Sossin, neurocientífico y coautor del estudio.
Para ese registro, los investigadores utilizaron como 'reportador translacional' una proteina fluorescente que puede ser fácilmente detectada y seguida (en la imagen).
El hallazgo proporcina la primera evidencia visual de que cuando una nueva memoria se forma, nuevas proteínas son producidas de forma localizada en la sinapsis --la conexión entre las células nerviosas-- incrementando la fuerza de la conexión sináptica y reforzando la memoria. El estudio publicado en 'Science' es importante para el entendimiento de cómo se forman las trazas de memoria, y la habilidad para seguirlas en tiempo real permitirá una mejor comprensión de cómo se forma la memoria.
Cuando se considera qué puede pasar en el cerebro a nivel molecular es preciso tener en cuenta dos propiedades esenciales de la memoria. La primera, porque un montón de información necesita ser mantenida durante un largo tiempo y tiene que existir algún grado de estabilidad. En segundo lugar, permitir el aprendizaje y la adaptación al sistema también precisa ser altamente flexible, informa Science Daily.
Por esta razón, la investigación se centró en las sinapsis, que son el principal punto de intercambio y almacenamiento en el cerebro. Forman una vasta pero también constante red de fluctuación y conexiones cuya habilidad para cambiar y adapatarse, denominada plasticidad sináptica, puede ser la base fundamental del aprendizaje y la memoria.
"Pero, si esta red está cambiando constantemente, la cuestión es cómo determinar la formación de las memorias. Se ha sabido durante algún tiempo que un paso importante en la formación de la memoria a largo plazo es la translación, o producción, de nuevas proteinas localizadas en la sinapsis, que refuerzan la conexión sináptica en la incorporación de una memoria, algo que hasta ahora nunca se había registrado en imágenes", explicó el doctor Wayne Sossin, neurocientífico y coautor del estudio.
Para ese registro, los investigadores utilizaron como 'reportador translacional' una proteina fluorescente que puede ser fácilmente detectada y seguida (en la imagen).
lunes, 22 de junio de 2009
«Un ateo blasfemo»
El perdón del Papa
Cuando, en 1859, Charles Darwin acuñó el evolucionismo, la Iglesia puso el grito en el cielo y tachó su teoría de «quimera de un ateo blasfemo». El evolucionismo fue tajantemente rechazado por la Iglesia hasta el pontificado de Pío XII, el primer Papa que dejó entrever la posibilidad de que no fuese absolutamente incompatible con la fe. Pero la rehabilitación del darwinismo tardó en llegar.
El Pontífice que tuvo el arrojo de pedir perdón y rehabilitar a Darwin fue Juan Pablo II, el Papa perdonador. El 24 de octubre de 1996 Wojtyla reconocía públicamente que el evolucionismo «es ya más que una sola hipótesis». Todavía entonces, algunos fundamentalistas católicos se escandalizaron. Y es que, durante muchos siglos, la Iglesia había sostenido y explicado el origen del Universo y de la especie humana ateniéndose literalmente al relato bíblico del Génesis, en el que Dios crea el mundo en siete días y al hombre del barro de la tierra.
Aunque también es cierto que, en el último cuarto del siglo XIX, un colectivo de clérigos y científicos católicos había apostado por conciliar el evolucionismo con la fe. Era el darwinismo católico. Con eximios representantes también en España, como el sacerdote Juan González de Arintero (1860-1928) o el cardenal Primado de Toledo, Ceferino González y Díaz Tuñón (1831-1894).
Estos y otros importantes eclesiásticos del evolucionismo cristiano tuvieron que hacer frente a las duras críticas de sus adversarios. Por ejemplo, la escritora Emilia Pardo Bazán, lanzaba, en 1877, una soflama contra ellos en la revista católica 'Ciencia Cristiana'. Pero los conciliadores se fueron imponiendo también en el seno de la Iglesia y esta tendencia alcanzó su culmen en la obra del jesuita francés Teilhard de Chardin. Y la consiguiente 'bendición' por parte de Roma.
De hecho, a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) y sobre todo de la explicitación del Papa Wojtyla, la fe cristiana no tiene dificultad en asumir el evolucionismo. Con una condición: que se admita una acción peculiar de Dios que determina el paso de lo que es animal o lo que es persona mediante la infusión del alma humana. Lo que en ningún caso puede admitir un cristiano es un evolucionismo puramente materialista, que no explique la diferencia esencial entre el hombre y los demás seres inferiores.
El Pontífice que tuvo el arrojo de pedir perdón y rehabilitar a Darwin fue Juan Pablo II, el Papa perdonador. El 24 de octubre de 1996 Wojtyla reconocía públicamente que el evolucionismo «es ya más que una sola hipótesis». Todavía entonces, algunos fundamentalistas católicos se escandalizaron. Y es que, durante muchos siglos, la Iglesia había sostenido y explicado el origen del Universo y de la especie humana ateniéndose literalmente al relato bíblico del Génesis, en el que Dios crea el mundo en siete días y al hombre del barro de la tierra.
Aunque también es cierto que, en el último cuarto del siglo XIX, un colectivo de clérigos y científicos católicos había apostado por conciliar el evolucionismo con la fe. Era el darwinismo católico. Con eximios representantes también en España, como el sacerdote Juan González de Arintero (1860-1928) o el cardenal Primado de Toledo, Ceferino González y Díaz Tuñón (1831-1894).
Estos y otros importantes eclesiásticos del evolucionismo cristiano tuvieron que hacer frente a las duras críticas de sus adversarios. Por ejemplo, la escritora Emilia Pardo Bazán, lanzaba, en 1877, una soflama contra ellos en la revista católica 'Ciencia Cristiana'. Pero los conciliadores se fueron imponiendo también en el seno de la Iglesia y esta tendencia alcanzó su culmen en la obra del jesuita francés Teilhard de Chardin. Y la consiguiente 'bendición' por parte de Roma.
De hecho, a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) y sobre todo de la explicitación del Papa Wojtyla, la fe cristiana no tiene dificultad en asumir el evolucionismo. Con una condición: que se admita una acción peculiar de Dios que determina el paso de lo que es animal o lo que es persona mediante la infusión del alma humana. Lo que en ningún caso puede admitir un cristiano es un evolucionismo puramente materialista, que no explique la diferencia esencial entre el hombre y los demás seres inferiores.
por JOSÉ MANUEL VIDAL
La 'cruzada' contra Darwin
Darwin entró con mal pie en el siglo XXI. Con la llegada de George W. Bush al poder en enero de 2001, la ciencia se volvió sospechosa y el fundamentalismo religioso encontró eco no sólo en el púlpito, también en los medios, en los museos y en las escuelas. En un sondeo realizado por la revista 'Scientific American' en 2002, tan sólo el 53% de los americanos admitieron estar convencidos de que el hombre viene del mono. El 45% cree que Dios creó el universo en los últimos 10.000 años y que no hay sitio para Darwin entre Adán y Eva.
Como a mediados del siglo XIX, la 'cruzada' contra la Teoría de la Evolución encontró el terreno abonado en la era Bush. El 'creacionismo' o el 'diseño inteligente' —las réplicas cristianas a Darwin— fueron ganando adeptos y se abrieron finalmente paso en las escuelas de 40 estados norteamericanos, auspiciados por los políticos ultraconservadores y las iglesias evangélicas.
El bioquímico Duane Gisch creó el Instituto para la Investigación de la Creación y reinterpretó los hallazgos de la paleontología para encajarlos en el Génesis. Aunque el más furibundo representante de la corriente involucionista ha sido sin duda en todo esto tiempo Michael Behe, autor del 'La caja negra de Darwin' y creador del Discovery Institute de Seattle.
El hostigamiento llegó a tal punto que el presidente de la Academia Nacional de Ciencias, Bruce Alberts, hizo un llamamiento a los profesores de EEUU para que no se dejaran intimidar por el fundamentalismo religioso. El 30% de los profesores norteamericanos admitieron entre tanto que habían recibido presiones por parte de las autoridades escolares y de los propios padres para relegar o desterrar la Teoría de la Evolución.
Darwinistas destacados como Daniel Dennet ('La idea peligrosa de Darwin') o Richard Dawkins ('El gen egoísta') pasaron al contraataque y tuvieron la osadía incluso de explicar el 'espejismo' o la idea de Dios como un producto cultural de la evolución humana. El dilema lo resolvió temporalmente el filósofo de la ciencia Michael Ruse, preguntándose en voz alta «¿Puede un darwinista ser cristiano?» y respondiendo finalmente que «sí», que la solución está en huir de todos los extremismos —religiosos y científicos— y admitir que Darwin y Dios pertenecen a dos dominios diferentes y perfectamente compatibles, unidos por «la capacidad de asombro y de duda que definen al ser humano».
por CARLOS FRESNEDA Corresponsal en Nueva York
Darwin vs Dios
Charles Robert Darwin supo desde el principio que su Teoría de la Evolución iba a caer como una irreverente bomba sobre los dogmas establecidos de la fe cristiana. No es de extrañar, por lo tanto, que se pasara más de dos décadas dándole vueltas a lo que el filósofo Daniel Dennett bautizó como su «peligrosa idea», hasta que finalmente se atrevió a publicar 'El Origen de las Especies'.
Poco antes de que esta osada obra viera la luz, en una carta que escribió a su amigo Joseph Hooker, Darwin confesó que se sentía «como un hombre a punto de confesar un crimen». No era para menos. En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la idea de que todas las especies vivas —incluyendo el ser humano— no habían sido engendradas de un día para otro por la mano de Dios, sino que habían evolucionado durante millones de años mediante un proceso de selección natural, suponía una insolente blasfemia.
Para comprender hasta qué punto Darwin era perfectamente consciente de la polémica que sus ideas iban a desencadenar, hay que tener en cuenta su propia trayectoria personal e intelectual. Al fin y al cabo, en su juventud el 'padre de la evolución' estudió teología en la Universidad de Cambridge con la intención de convertirse en sacerdote de la Iglesia Anglicana, y no cuestionaba la validez de la Biblia como fuente sagrada para explicar el origen del mundo. Sin embargo, a lo largo de los años, y sobre todo tras la experiencia transformadora que vivió durante su aventura científica a bordo del Beagle, la fe de Darwin se fue erosionando ante el cúmulo de evidencias que contradecían todas las verdades supuestamente incuestionables del Libro del Génesis.
El creciente escepticismo del naturalista frente a la religión se convirtió en una dolorosa fuente de tensión con su devota esposa Emma, sobre todo desde que en 1849 dejó de ir a misa los domingos, y decidió dedicar el rato que su familia pasaba en la iglesia a pasear por el campo para seguir reflexionando sobre sus ideas. Dos años después, la muerte de su adorada hija Annie, como consecuencia de una tuberculosis que acabó con su vida a los 10 años, fue la puntilla que le hizo perder definitivamente la fe. Para Darwin, la crueldad y el sufrimiento de un mundo donde él había comprobado cómo algunas avispas se alimentaban de los cuerpos vivos de los gusanos en la dura lucha por la supervivencia, o donde morían niños inocentes como su queridísima Annie, no parecían compatibles con la existencia de un Dios omnipotente que se preocupara por sus criaturas. Sin embargo, a pesar de todo, Darwin nunca quiso definirse públicamente como ateo, y dejó escrito que «el agnosticismo es una descripción más correcta de mi postura».
Como era de esperar, la publicación de 'El Origen de las Especies' en 1859 desató un escándalo descomunal en la sociedad británica, y Darwin tuvo que sufrir la humillación de ver su inconfundible rostro barbudo caricaturizado sobre el cuerpo de un mono. Al mismo tiempo, las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Anglicana denunciaron que la Teoría de la Evolución constituía la visión más degradante del ser humano jamás concebida, y alguno incluso llegó a compararle con la serpiente del Jardín del Edén, por intentar pervertir a la sociedad británica con sus «ideas perversas».
A Darwin toda esta polémica no debió sorprenderle demasiado, ya que conocía de primera mano, dentro de su propio hogar, los conflictos religiosos que podían provocar sus teorías. Lo que sin duda le hubiera chocado mucho más es descubrir que 150 años después, las llamas de esta controversia todavía no se han apagado en el mundo del siglo XXI.
Poco antes de que esta osada obra viera la luz, en una carta que escribió a su amigo Joseph Hooker, Darwin confesó que se sentía «como un hombre a punto de confesar un crimen». No era para menos. En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la idea de que todas las especies vivas —incluyendo el ser humano— no habían sido engendradas de un día para otro por la mano de Dios, sino que habían evolucionado durante millones de años mediante un proceso de selección natural, suponía una insolente blasfemia.
Para comprender hasta qué punto Darwin era perfectamente consciente de la polémica que sus ideas iban a desencadenar, hay que tener en cuenta su propia trayectoria personal e intelectual. Al fin y al cabo, en su juventud el 'padre de la evolución' estudió teología en la Universidad de Cambridge con la intención de convertirse en sacerdote de la Iglesia Anglicana, y no cuestionaba la validez de la Biblia como fuente sagrada para explicar el origen del mundo. Sin embargo, a lo largo de los años, y sobre todo tras la experiencia transformadora que vivió durante su aventura científica a bordo del Beagle, la fe de Darwin se fue erosionando ante el cúmulo de evidencias que contradecían todas las verdades supuestamente incuestionables del Libro del Génesis.
El creciente escepticismo del naturalista frente a la religión se convirtió en una dolorosa fuente de tensión con su devota esposa Emma, sobre todo desde que en 1849 dejó de ir a misa los domingos, y decidió dedicar el rato que su familia pasaba en la iglesia a pasear por el campo para seguir reflexionando sobre sus ideas. Dos años después, la muerte de su adorada hija Annie, como consecuencia de una tuberculosis que acabó con su vida a los 10 años, fue la puntilla que le hizo perder definitivamente la fe. Para Darwin, la crueldad y el sufrimiento de un mundo donde él había comprobado cómo algunas avispas se alimentaban de los cuerpos vivos de los gusanos en la dura lucha por la supervivencia, o donde morían niños inocentes como su queridísima Annie, no parecían compatibles con la existencia de un Dios omnipotente que se preocupara por sus criaturas. Sin embargo, a pesar de todo, Darwin nunca quiso definirse públicamente como ateo, y dejó escrito que «el agnosticismo es una descripción más correcta de mi postura».
Como era de esperar, la publicación de 'El Origen de las Especies' en 1859 desató un escándalo descomunal en la sociedad británica, y Darwin tuvo que sufrir la humillación de ver su inconfundible rostro barbudo caricaturizado sobre el cuerpo de un mono. Al mismo tiempo, las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Anglicana denunciaron que la Teoría de la Evolución constituía la visión más degradante del ser humano jamás concebida, y alguno incluso llegó a compararle con la serpiente del Jardín del Edén, por intentar pervertir a la sociedad británica con sus «ideas perversas».
A Darwin toda esta polémica no debió sorprenderle demasiado, ya que conocía de primera mano, dentro de su propio hogar, los conflictos religiosos que podían provocar sus teorías. Lo que sin duda le hubiera chocado mucho más es descubrir que 150 años después, las llamas de esta controversia todavía no se han apagado en el mundo del siglo XXI.
por PABLO JÁUREGUI
El ser humano es más orangután que chimpancé
Los seres humanos comparten un ancestro común con los orangutanes, en vez de con los chimpancés, como se pensaba hasta ahora, de acuerdo a la investigación de la Universidad de Pittsburgh y el Museo de la Ciencia de Buffalo.
Según los informes presentados en la revista 'Biogeography', los investigadores señalan como "problemática" la creencia, basada en el análisis del ADN, de que los seres humanos son los más estrechamente relacionados con los chimpancés, que no se mantiene con pruebas fósiles.
El profesor de antropología en la Escuela de las Artes y las Ciencias de Pittsburgh y presidente de la Academia Mundial de Arte y Ciencia, Jeffrey H. Schwartz, y el director de ciencia en el Museo de Buffalo, John Grehan, llevaron a cabo un análisis detallado de las características físicas de la vida y los fósiles de los simios y sugirieron que los seres humanos y los orangutanes pertenecen a un grupo separado de los chimpancés y los gorilas.
Luego construyeron un escenario de cómo el antepasado común de humanos y orangutanes emigró desde el sureste de Asia -de donde son los orangutanes modernos- hacia otras partes del mundo y se convirtió en una raza de monos ahora extinta y en los primeros seres humanos. El estudio proporciona una prueba más de la relación humanos-orangután que Schwartz propuso por primera vez en su libro 'The Red Ape: Orangutans and Human Origins' ('El simio rojo: los orígenes de orangutanes y humanos').
Además, Schwartz y Grehan analizaron cientos de características físicas citadas como prueba de las relaciones evolutivas entre los seres humanos y otros grandes simios-chimpancés, gorilas y orangutanes. De estas características, el análisis encontró que los seres humanos comparten 28 únicas características físicas con los orangutanes, en comparación con sólo dos características con los chimpancés, siete con los gorilas, y siete con los tres simios (chimpancés, gorilas y orangutanes). Los gorilas y los chimpancés comparten 11 características únicas.
miércoles, 20 de mayo de 2009
¿Nos comimos a todos los Neandertales?
Los antropólogos han vagado por el mundo – a menudo desconcertados- buscando pruebas que certifiquen el motivo de la desaparición total de los Neandertales. Buscan una explicación casi desde que se inventó la antropología. Se sabe que estos primos cercanos de los Homo Sapiens -que hoy atestan la Tierra- se extinguieron hace unos 30 mil años. Fue un suceso extraño ya que no eran radicalmente diferentes al hombre actual pero, por algún motivo, no lograron sobrevivir hasta nuestros días. Se han ensayado varias hipótesis para explicar este hecho, algunas de las cuales cuentan con el beneplácito de muchos expertos, pero ninguna de ellas termina de conformarlos a todos. Es por eso que se sigue trabajando para descubrir la verdad.
Sin embargo, Fernando Rozzi, un experto del Centre National de la Récherche Scientifique (París), cree que tiene la respuesta: no hay Neandertales entre nosotros porque nos los comimos a todos. El trabajo ha sido publicado en el Journal of Anthropological Sciences y –como era de esperar- ha levantado gran revuelo en la comunidad científica. Pero Rozzi parece tener pruebas irrefutables de que –hace 300 siglos- cenábamos Neandertales a la luz de la hoguera en nuestras confortables cavernas. Su conclusión se basa en las marcas se existen en una mandíbula de Neandertal encontrada en Les Rois, un sitio del suroeste de Francia. Los cortes que presenta este (¿apetitoso?) hueso coinciden al detalle con otros encontrados en osamentas de ciervos y demás animales que sirvieron de alimento a los seres humanos de esa época. “Ese Neandertal tuvo un final violento en manos de un antepasado nuestro, que luego se lo comió", dice Rozzi en su artículo.
Sin embargo, Fernando Rozzi, un experto del Centre National de la Récherche Scientifique (París), cree que tiene la respuesta: no hay Neandertales entre nosotros porque nos los comimos a todos. El trabajo ha sido publicado en el Journal of Anthropological Sciences y –como era de esperar- ha levantado gran revuelo en la comunidad científica. Pero Rozzi parece tener pruebas irrefutables de que –hace 300 siglos- cenábamos Neandertales a la luz de la hoguera en nuestras confortables cavernas. Su conclusión se basa en las marcas se existen en una mandíbula de Neandertal encontrada en Les Rois, un sitio del suroeste de Francia. Los cortes que presenta este (¿apetitoso?) hueso coinciden al detalle con otros encontrados en osamentas de ciervos y demás animales que sirvieron de alimento a los seres humanos de esa época. “Ese Neandertal tuvo un final violento en manos de un antepasado nuestro, que luego se lo comió", dice Rozzi en su artículo.
El maxilar en cuestión, que ha obligado a modificar radicalmente el “libro de cocina” básico del Homo Sapiens, fue hallado durante excavaciones efectuadas hace bastante tiempo. Inicialmente se pensó que pertenecía a un humano, pero exámenes posteriores confirmaron que su dueño era Neandertal. “Durante años los expertos han tratado de ocultar las evidencias de canibalismo prehistórico, pero creo que tenemos que aceptar que tales practicas se llevaron a cabo”, dice Rozzi. Además, añadió que los dientes del maxilar podrían haber sido utilizados para hacer un collar: no solo nos los zampábamos, sino que además hacíamos artesanías con los restos.
La conclusión de Rozzi, a pesar de lo controvertida que resulta, tiene muchas probabilidades a su favor. Existen una gran cantidad de pruebas circunstanciales que abonan la idea de que los Neandertales fueron aniquilados por los seres humanos. Se sabe que las tribus de estos homínidos abundaban en la Europa de hace unos 300.000 años, y la gran mayoría se las ingenió para sobrevivir varias edades de hielo antes de desaparecer hace unos 30.000 años. Puede ser una coincidencia, pero esa es aproximadamente la fecha en que los seres humanos llegaron al continente, provenientes de África. Es posible (y solo posible) que el largo viaje nos haya abierto el apetito, y los Neandertales nos hayan servido de aperitivo.
La conclusión de Rozzi, a pesar de lo controvertida que resulta, tiene muchas probabilidades a su favor. Existen una gran cantidad de pruebas circunstanciales que abonan la idea de que los Neandertales fueron aniquilados por los seres humanos. Se sabe que las tribus de estos homínidos abundaban en la Europa de hace unos 300.000 años, y la gran mayoría se las ingenió para sobrevivir varias edades de hielo antes de desaparecer hace unos 30.000 años. Puede ser una coincidencia, pero esa es aproximadamente la fecha en que los seres humanos llegaron al continente, provenientes de África. Es posible (y solo posible) que el largo viaje nos haya abierto el apetito, y los Neandertales nos hayan servido de aperitivo.
Las teoría barajadas hasta hoy básicamente proponían que la razón por la que no existen Neandertales entre nosotros eran la escasez de alimento por la competencia que suponían los Homo Sapiens, o que murieron porque estaban peor adaptados que nosotros a los cambios climáticos. Y si bien todo eso probablemente sea cierto, ahora se le suma otra posible causa a su desaparición: sirvieron de alimento a nuestros antepasados.
Por: Ariel Palazzesi @ martes, 19 de mayo de 2009
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martes, 21 de abril de 2009
Klimovsky: "Tengo varias vocaciones, y bastante fuertes. No recomiendo a la gente que atraviese este fenómeno"
Gregorio Klimovsky fue secretario de Ciencia y Tecnología durante la presidencia de Raúl Alfonsín y miembro de la Conadep, además de uno de los científicos argentinos más destacados del último siglo. Él tenía 86 años y falleció el domingo 19/04 en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
Gregorio Klimovsky había nacido en la Ciudad de Buenos Aires, el 18 de noviembre de 1922 (a 2 cuadras del Obelisco, en Carlos Pellegrini 629, piso 1º), y en la murió el 19 de abril de 2009, en el Hospital Italiano.
Él fue matemático y filósofo, uno de los mayores especialistas en epistemología de Latinoamérica.
Según Wikipedia, Klimovsky decía de niño que quería ser astrónomo, pero fue a la Universidad de Ingeniería que el matemático Julio Rey Pastor le sugirió que estudiara matemáticas.
Siguiendo su sugerencia estudió matemática en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde llega a Decano. Era profesor emérito de dicha universidad y director del Departamento de Humanidades de la Universidad Favaloro.
Como estudiante y docente, Klimovsky adhirió a la Reforma Universitaria y ha sido un activo promotor de sus principios. En 1966, luego de la Noche de los Bastones Largos fue despedido de la Universidad.
Como matemático, Klimovsky, en colaboración con el matemático Jorge Bosch, fue el principal responsable de introducir en Argentina la teoría axiomática de conjuntos (parte de la matemática que trata de fundamentar de manera rigurosamente lógica la teoría de conjuntos).
Sin embargo, su labor desbordó ampliamente el campo de la matemática cuando comenzó a abarcar disciplinas como la ética y la metodología de la investigación científica.
Es entonces cuando se lo comienza a considerar -a partir de su labor en el Colegio Libre de Estudios Superiores- como uno de los iniciadores de la lógica y la filosofía de la ciencia en Argentina.
Fue Profesor de matemática en la Universidad Nacional de Rosario y en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA; de Lógica matemática en el Centro de Altos Estudios en Ciencias Exactas (CAECE); de Filosofía, Epistemología y Ética en el Instituto de la Universidad Nacional Autónoma de México, (UNAM) y la Universidad de la República (Uruguay).
Su postura ante las disciplinas que no tienen un gran rigor metodológico era de cierta tolerancia, si se la compara con otras -la del filósofo de la ciencia Mario Bunge, por ejemplo-.
En 1986 recibió el premio Konex de Platino en el área de la Lógica y Filosofía de la Ciencia y 3 años después el Premio de la Asociación Internacional Psicoanalítica a los aportes más significativos hechos a ése campo, por una profunda investigación acerca de la fundamentación epistemológica del psicoanálisis.
Fue presidente del Instituto Torcuato di Tella, Vicepresidente de la Asociación Rioplatense de Filosofía Científica e integró la Fundación Bariloche y la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico.
Es curioso que hasta 1994, cuando apareció "Las Desventuras del Pensamiento Científico" -que agota edición tras edición- nunca había publicado un libro, aunque sí son muy numerosas sus participaciones en obras colectivas y sus artículos.
Era miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. En 1984 fue designado miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
Él fue matemático y filósofo, uno de los mayores especialistas en epistemología de Latinoamérica.
Según Wikipedia, Klimovsky decía de niño que quería ser astrónomo, pero fue a la Universidad de Ingeniería que el matemático Julio Rey Pastor le sugirió que estudiara matemáticas.
Siguiendo su sugerencia estudió matemática en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde llega a Decano. Era profesor emérito de dicha universidad y director del Departamento de Humanidades de la Universidad Favaloro.
Como estudiante y docente, Klimovsky adhirió a la Reforma Universitaria y ha sido un activo promotor de sus principios. En 1966, luego de la Noche de los Bastones Largos fue despedido de la Universidad.
Como matemático, Klimovsky, en colaboración con el matemático Jorge Bosch, fue el principal responsable de introducir en Argentina la teoría axiomática de conjuntos (parte de la matemática que trata de fundamentar de manera rigurosamente lógica la teoría de conjuntos).
Sin embargo, su labor desbordó ampliamente el campo de la matemática cuando comenzó a abarcar disciplinas como la ética y la metodología de la investigación científica.
Es entonces cuando se lo comienza a considerar -a partir de su labor en el Colegio Libre de Estudios Superiores- como uno de los iniciadores de la lógica y la filosofía de la ciencia en Argentina.
Fue Profesor de matemática en la Universidad Nacional de Rosario y en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA; de Lógica matemática en el Centro de Altos Estudios en Ciencias Exactas (CAECE); de Filosofía, Epistemología y Ética en el Instituto de la Universidad Nacional Autónoma de México, (UNAM) y la Universidad de la República (Uruguay).
Su postura ante las disciplinas que no tienen un gran rigor metodológico era de cierta tolerancia, si se la compara con otras -la del filósofo de la ciencia Mario Bunge, por ejemplo-.
En 1986 recibió el premio Konex de Platino en el área de la Lógica y Filosofía de la Ciencia y 3 años después el Premio de la Asociación Internacional Psicoanalítica a los aportes más significativos hechos a ése campo, por una profunda investigación acerca de la fundamentación epistemológica del psicoanálisis.
Fue presidente del Instituto Torcuato di Tella, Vicepresidente de la Asociación Rioplatense de Filosofía Científica e integró la Fundación Bariloche y la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico.
Es curioso que hasta 1994, cuando apareció "Las Desventuras del Pensamiento Científico" -que agota edición tras edición- nunca había publicado un libro, aunque sí son muy numerosas sus participaciones en obras colectivas y sus artículos.
Era miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. En 1984 fue designado miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep).
Aqui una entrevista de María Cristina Sahade, Nissette Ades de Abadi y Jorge Schvartzman publicado por la revista Otra Mirada:
—¿Qué opina Usted acerca del debate sobre el fin o la muerte del Psicoanálisis?
—Estoy totalmente convencido de que detrás de los escritos psicoanalíticos hay realmente algo serio, algo que tiene que ver con la historia del conocimiento humano y algunos aspectos muy importantes acerca de la estructura y significado de la personalidad humana. De manera que eso de “la muerte del Psicoanálisis” me parece más o menos semejante a lo de la “muerte de las ideologías”, porque cuando se dijo eso, también se pensó que estaba todo terminado e inmediatamente se probó que no; hay ideologías de muy distinto tipo y de ninguna manera puede decirse que las ideologías hayan muerte. En relación a la muerte del Psicoanálisis, me parecen ideas superficiales.
—Cuando Usted afirma esto último, pareciera plantear al Psicoanálisis como una ideología…
—No, no es eso lo que quiero decir, lo de la ideología lo traje a colación exclusivamente para mostrar que a veces se dicen cosas sin sustento -como que ha terminado algo y que no va a aparecer nunca más-, y así como se habló de la muerte de las ideologías hay otros que hablan de la “muerte de la ciencia” y otros que hablan de la muerte del Psicoanálisis. Sobre la muerte de la ciencia, sobre la cuestión de que el trabajo también ha entrado en un periodo de crisis, que está desapareciendo por culpa de la computación, los aparatos automáticos, etc… todo eso son generalizaciones apresuradas y a veces, como en el caso del Psicoanálisis, estas generalizaciones son producto de los prejuicios.
—¿Cuál es su opinión respecto del status del Psicoanálisis como disciplina científica?
—Bueno, creo que hay algunos aspectos en que hay que tomarla bien en serio, yo no quiero dar en este momento una clase de método científico, pero es más o menos natural en el ámbito de la ciencia, y aún de las ciencias exactas, que generalmente en el comienzo de una disciplina haya una cierto desorden y mezcla de ideas porque la cosa recién se está formando. Pasado cierto tiempo aparece ya en forma de teoría, con hipótesis de partida, deducciones… Y con el Psi-coanálisis pasa algo más o menos parecido. En su comienzo realmente leyendo a Freud uno podía encontrarse con un discurso filosófico-literario; sin embargo, si uno mira con atención, cosa que hicimos entre varias personas, uno puede ver que están las hipótesis de partida, que están las deducciones, que hay definiciones de conceptos, en cuyo caso yo tendría que decir que Freud conocía bastante bien lo que era el método científico.
Él se había formado, como es bien sabido, en la tradición de los médicos en Alemania y en Austria, de manera que él sabía bastante acerca de lo que es construir una teoría y de los problemas que plantea. Y en particular, una de las cosas que hay de interesante en el Psicoanálisis -y que mucha gente que no maneja bien el método científico no se ha fijado- es que el Psicoanálisis, al igual que la Física que se ocupa de electrones y de partículas elementales, no se ocupa exclusivamente de cuestiones de conducta o de cuestiones visibles, sino que postula la existencia de cierto tipo de procesos no directamente observables, como tampoco son directamente observables los electrones y las partículas elementales. Y cuando se construye la ciencia desde este tipo de perspectivas, es decir el hecho de manejar conceptos que se refieren a lo que no es observable, hay que dar hipótesis especiales y de alguna manera encontrar una forma de correspondencia que ligue lo que es observable con lo que la teoría postula que está más allá de lo observable.
En ese sentido todo lo que el Psicoanálisis hace con el descubrimiento del inconsciente, los mecanismos de defensa, objetos internos, fantasías y demás es completamente análogo a la Física. Uno puede darse cuenta que esa forma de construir las teorías o de construir el discurso psicoanalítico es típico de muchísimas ciencias. Ahora llega otra cuestión en la que yo tengo también mis convicciones: se puede discutir si la teoría sirve, si la teoría tiene algún valor práctico, y lo tiene… por ejemplo en Física uno se puede dar cuenta que una teoría es buena porque puede tener aplicaciones prácticas, puede servir para construir máquinas, para construir artefactos de carácter tecnológico, puede servir también para generar estrategias para modificar algo que tiene que ver con las ciencias naturales. Y el Psicoanálisis lo tiene a través de la terapia. La terapia psicoanalítica es una manera de vincular la teoría psicoanalítica con algo que es observable, que tiene que ver con la conducta patológica y todos los problemas que, de alguna manera, se relacionan con esto.
En este sentido yo no quiero hacer una afirmación tajante, mi impresión es que hay bastante dato clínico, bastante historia clínica, bastante experiencia para mostrar que efectivamente el uso de conceptos y de hipótesis psicoanalíticas ha tenido realmente un resultado positivo en muchísimas ocasiones. Pero el asunto es discutido, hay un trabajo muy conocido de Wallerstein en el que él, años después en que mucha gente fue puesta bajo terapia psicoanalítica, averiguó si había realmente causado un efecto permanente o si había recidivas. La opinión de Wallerstein, que fue presidente de la IPA, es un tanto desfavorable. Así que las discusiones que puede haber entre los propios psicoanalistas acerca del éxito o no-éxito que el Psicoanálisis tiene desde el punto de vista terapéutico y desde el punto de vista práctico, es un asunto bastante complicado. Yo no soy psicoanalista sino curioso como epistemólogo de lo que pasa ahí adentro; en ese sentido soy cauteloso, tengo buena intención pero realmente no he trabajado sistemáticamente ni con estadísticas, ni con historias clínicas, ni con relatos de base empírica acerca de lo que ocurre. Yo me he ocupado más bien, de entender si es si el Psicoanálisis -como discurso- tiene una estructura que sea potable para el método científico. La respuesta -desde mi punto de vista- es que sí.
—Y justamente en relación con ésto le queríamos preguntar si al considerar al Psicoanálisis como una ciencia humana, puede exigírsele el mismo status que a las ciencias duras.
—Bueno, es una pregunta que puede desatar una discusión bastante larga; mi respuesta es que sí. Yo, por ejemplo, en la Facultad de Ciencias Sociales -en este momento en el Departamento de Sociología- doy una materia que se llama “Epistemología de las Ciencias Sociales” donde trato de mostrar que, aunque no se dé en forma directa por la complicación del discurso de las ciencias sociales en general, hay bastante analogía entre el método científico de las ciencias duras y el de las ciencias humanas. Lo que pasa con las ciencias humanas es que hay enorme cantidad de variables, procesos y situaciones a tener en cuenta, y entonces cuando hay tanta complejidad muchos de los consejos epistemológicos que se dan con las ciencias duras -donde se manejan pocas hipótesis pero muy potentes- en las ciencias humanas se dificulta por la cantidad enorme de hipótesis y suposiciones que entran en juego.
Una demostración de las dificultades que se pueden plantear desde un punto de vista riguroso es que cuando uno tiene una teoría formada por un conjunto de hipótesis en Física o en Química y que luego en la práctica resultan refutadas, la primer pregunta que surge es: ¿cuál o cuáles de las hipótesis que uno está manejando está equivocada y tiene la culpa?... ¿Se puede aplicar algo semejante al Psicoanálisis? Desde cierto punto de vista sí, porque aunque son muchas hipótesis hay algunas que son principales y de alguna manera gobiernan bastante la práctica. Pero si es visto desde el punto de vista lógico, la cantidad de hipótesis que aparecen en las ciencias sociales o en el Psicoanálisis son miles, no decenas o centenares, miles directamente. Uno puede tomar algunos artículos y yo me he ocupado bastante de tratar de poner en forma de teoría científica algunos de ellos y es muy interesante qué es lo que ocurre.
Pero de cualquier manera es cierto que hay tanta suposición, en realidad ni siquiera diría yo que es una teoría sino varias simultáneamente según este plano del estudio… lo que resulta interesante es que uno advierte constantemente hipótesis, más hipótesis. Entonces qué pasa cuando la cosa no anda, si hubiera sido físico, si hubiera sido químico uno le echaría la culpa a determinadas hipótesis de la teoría, pero acá hay miles de hipótesis que podrían tener de alguna manera la culpa y no hay manera de hacer testeos de teorías alternativas. Con lo cual se necesita algo especial, es difícil explicarlo, yo puedo quizá dar una especie de metáfora para ver qué es lo que ocurre, si uno tiene que tener una especie de buen sentido, de buena intuición para darse cuenta qué es lo que hay que buscar primero que esté fallando porque es de alguna manera lo más importante. Y acá uno podría decir evidentemente, que es muy distinto el ocuparse de hipótesis o de mecanismos de defensa, que ocuparse de hipótesis sobre el inconsciente, sobre las cargas psíquicas, o cuestiones estructurales.
De manera que en cierto sentido, hay algo parecido a las ciencias en general, donde de alguna manera cierto tipo de pálpito y buen sentido interviene. Claro que uno puede darse cuenta que dada la complejidad del asunto el discurso psicoanalítico no tiene sistemáticamente la forma de exposición de una teoría y de sus deducciones. Yo decía que iba a hacer una metáfora… hace años no estaba convencido de esto pero ahora sí. La metáfora es la siguiente: a veces hay que atravesar una cordillera como le pasó a San Martín cuando tuvo que cruzar a Chile, y no disponía de una teoría acerca la cordillera, lo que sería equivalente a saber qué estructura tiene, cuáles son mapas. En realidad se sabía algo pero tuvieron que hacer uso de expertos, de la gente que vivía ahí.
—De los baqueanos...
—Exactamente. Esa es la palabra que hay que utilizar. El baqueano no usa una teoría. Él tiene lo que podríamos llamar, un conocimiento panorámico no bien articulado, pero bastante exacto. Si uno usa esa metáfora podría decirse que a veces para poder hacer una investigación científica en el campo de las ciencias sociales y en el campo del Psicoanálisis hay que resignarse a poseer un conocimiento como el del baqueano, y no como el lógico que estructura un discurso especial -lo cual no tiene nada de malo o de reprobable. Por otra parte, no hay que creer tanto que el discurso de las ciencias duras esté bien articulado... uno puede ver que efectivamente hay discursos de un baqueano inteligente -no totalmente articulados- tanto en las ciencias sociales como en cualquier libro de Física.
El baqueano tiene un conocimiento que es un producto de la intuición, de la experiencia. La práctica del baqueano no es una práctica organizada por un discurso lógico, como puede estarlo un mapa. De manera que hay que resignarse a eso.
Claro que testear lo que ofrece una teoría cuando todavía no está articulada cuesta bastante trabajo, pero de cualquier manera hay una cierta analogía: aunque uno sea un baqueano del Psicoanálisis, si uno no cura, quiere decir que es mal baqueano, que no se mueve bien. La culpa la puede tener el discurso psicoanalítico o la teoría psicoanalítica cuando no está organizada como teoría lógica, eso puede ser, y ahí uno se daría cuenta que el asunto anda bien o anda mal. También uno puede ver en la lectura de trabajos y en las diversas escuelas psicoanalíticas, que hay muchos dispositivos, no solamente en la escucha del ser humano en general, sino también desde el punto de vista terapéutico, pero bueno... eso ocurre con toda ciencia, y si uno tiene mucha preocupación desde el punto de vista lógico, hay que tomarse el trabajo de articularlo mejor, lo que no es fácil. Hay gente que se ha ocupado del problema, de darle una forma teórica al Psicoanálisis, y ponen ejemplos de distintas teorías: físicas, químicas, biológicas para mostrar cómo se aplica el método científico, y no tienen ningún problema ni ningún inconveniente en utilizar entre sus ejemplos, ejemplos psicoanalíticos. Esto es muy interesante.
Por otro lado, hay gente que tiene prejuicios contra el Psicoanálisis. Un gran epistemólogo tiene un artículo en contra del discurso psicoanalítico, porque considera que es muy vago. Y al ser vago, su articulación lógica, no está clara y por consiguiente es muy difícil de testear. Tiene en parte razón, en parte, pero no es tan trágico; porque como hemos dicho, un discurso puede verse si es conveniente al ser usado en la práctica, si da buenos resultados o no. En relación a la gravedad y las dificultades para andar testeando, uno puede verlo en casi todas las ciencias de tipo humano: sociología, hasta economía, donde hay trabajos que van mostrando las dificultades encerradas.
En general en las ciencias humanas se da el mismo tipo de dificultad con respecto a la variedad, de manera que, resumiendo entonces, yo diría que no hay tanta diferencia.
—Desde su perspectiva: ¿Qué piensa acerca de lo que nosotros como psicoanalistas deberíamos replantearnos? ¿Qué debemos cuestionar: la teoría, la manera de proceder de los psicoanalistas…?
—Bueno, yo diría que hay que rozar unas cuantas cosas. Primero que el Psicoanálisis tiene un exitoso poder explicativo, que a través de las hipótesis psicoanalíticas se pueden explicar una serie de fenómenos que de otra manera resultarían muy difíciles de aclarar.
Esa es una de las primeras cosas que hay que ver, cuál es el poder explicativo del Psicoanálisis, cómo lo explica, y qué criterios de evaluación tendría uno para mostrar que las presuntas explicaciones son de alguna manera aceptables. Freud explica realmente muchos fenómenos, pero es muy interesante, entre paréntesis, darse cuenta que Freud tiene algunas ideas especiales sobre lo que es el Psicoanálisis. Por ejemplo, que en cuanto a predicción y en cuanto a explicación, el Psicoanálisis no da para mucho por su tipo de estructura. Entonces, este es un problema.
El segundo problema es cuál es la estructura lógica del discurso psicoanalítico, qué cosas se están realmente admitiendo o no, por ejemplo respecto al inconsciente -que desde mi punto de vista es el gran descubrimiento del Psicoanálisis, como pudo ser la teoría atómica y las partículas elementales en Física. Bueno, creo que sería muy interesante mostrar cuáles son las hipótesis y en qué se sustentan, qué va en apoyo y cuál es su tipo de utilidad. No es un trabajo fácil, pero es un trabajo muy interesante... La palabra “insconciente” significa varias cosas, y hay varias hipótesis y teorías alrededor de él, y uno puede darse cuenta que efectivamente en el discurso psicoanalítico -medio escondido y no en forma concretamente explícita- se admiten hipótesis en un cierto orden, y se considera primero que son muy útiles para hacer predicciones, para hacer explicaciones, y que además pueden servir como generalización para otro tipo de investigaciones. Muchos trabajos después, se nota que él consigue con varias hipótesis explicar algo y hacer una teoría sobre algo, pero nunca se pierde que esta manera de pensar se podría aplicar a esto otro, y esta es una cosa realmente útil.
Y lo tercero es ser más cuidadoso respecto a la noción de causas y efectos, porque yo veo muchas veces que el psicoanalista da por hecho que, efectivamente, una explicación o estrategia resultó exitosa, pero a veces eso no es tan convincente como parece. Exigiría un trabajo sistemático donde hubiera más historias clínicas, donde hubiera más método experimental o método observacional, y ahí hay mucho que hacer también. De esta manera se podría dar cierto tipo de consejos, poner en evidencia los procesos, analizar los alcances de la práctica. Este es un problema fundamental, y acá hay mucho para investigar, para tratar de establecer a partir de casuística, a partir de análisis estratégico... Hay veces que el que escribe un artículo, después de haber hecho más bien consideraciones filosóficas o literarias usando el discurso psicoanalítico, no ha introducido una estrategia lógica, sistemática, para ver hasta qué punto nuevamente -desde el punto de vista de la teoría terapéutica del Psicoanálisis y de los datos que se tienen- existen ventajas o no con respecto a otro tipo de teorías.
El problema ha sido motivo de muchas discusiones; en Estados Unidos está la muy defectuosa -a mi entender, y mezclada con razones económicas- cuestión de que la obligatoriedad de adoptar entre el conjunto de teorías disponibles por el psiquiatra, aquella que resulta más barata y rápida, por ejemplo. Con lo cual, las terapias breves serían las que hay que admitir… Lo que pasa es que como las terapias breves no son en realidad psicología profunda, eso no da resultado. Puede servir de paliativo aparente, pero pasado cierto tiempo la recidiva aparece y el problema reaparece con toda su fuerza. Evidentemente es central el estudio de por qué, como estrategia, las terapias psicoanalíticas son mejores que otro tipo de terapias. Con lo cual, para el ambiente psicoanalítico la fundamentación es un problema importante y resulta aconsejable ¿no?
—Una pregunta que nos pareció importante, para redondear esto que estuvimos hablando, es: ¿Cuál es su opinión de la obra de Freud? Y ¿Cuál es el aporte que el Psicoanálisis ha hecho al conocimiento en general, desde la obra de Freud?
—Bueno, yo diría lo siguiente repitiéndome un poco con respecto a algunas cosas que ya dije. El éxito de una teoría, aparte de ser un éxito práctico -no cabe duda que la Física de Newton tuvo el éxito que tuvo porque permitió millones de aplicaciones prácticas que han ido bien- el mérito de una teoría es el mostrar aspectos de la realidad que no se conocen y sobre los cuales se quiere intervenir para modificar, para encontrar aplicaciones prácticas positivas.
Por ejemplo, había teoría atómica desde la más remota antigüedad. Ya en el siglo quinto antes de Cristo más o menos, estaba la teoría de Demócrito, construida de un modo tal que ya tiene un poco que ver con lo que actualmente sería la teoría atómica. Pero en realidad, como teoría, en el sentido moderno de la palabra, la teoría atómica empezó recién en forma sistemática en el año 1908, y no cabe duda que todas las teorías sobre el átomo, las partículas subatómicas, las partículas elementales, han cambiado la Física. De tal manera que incluso en nuestra vida actual ha sido modificada por esa teoría, por ejemplo la luz que viene, muy probablemente venga por los cables de Atucha, que es una usina atómica.
Lo que a mí me interesa es que en el Psicoanálisis hay descubrimiento de ciertos aspectos de la realidad que no se conocían, sin los cuales actualmente que habría cosas que no se entenderían con respecto a la estructura de la personalidad humana. El descubrimiento del inconsciente sería análogo al descubrimiento de los átomos. Pero no solamente eso..., la cuestión de la estructura del aparato psíquico también, la teoría del Complejo de Edipo, la teoría del Super Yo y la relación que tiene un aspecto como ese con la fundamentación de la ética.
Me parece lamentable que, en general en los libros de ética, algunos de los cuales son muy buenos, o en libros de introducción a la Filosofía donde hay una parte dedicada a la ética, no se use sistemáticamente las ideas del Psicoanálisis -de donde proviene especialmente el aspecto estructural. Yo diría que la influencia que el Psicoanálisis ha tenido en la forma de pensar acerca de cómo es nuestra personalidad, cómo es nuestra evolución, cómo son nuestros defectos, cómo se podrían de alguna manera curar, es capital. Y el pensar que el Psicoanálisis está muerto va en contra de todo lo que uno podría mostrar en la práctica con la historia del Psicoanálisis, tanto desde el punto de vista práctico como terapéutico, tanto como teoría acerca de cómo está constituida la realidad, en este caso la realidad psíquica. Se ha probado en la práctica que eso de “la muerte del Psicoanálisis” no puede suceder...
—No puede suceder (risas), bueno... nos tranquilizamos. Doctor, antes de tener la entrevista con Usted leímos la entrevista que le hicieron en Página 12 y Usted cuenta que en un momento difícil de su vida, difícil en la Argentina, empezó a organizar grupos de estudio de Psicoanálisis, y muchos psicoanalistas se acercaron a usted para estudiar con usted. ¿Qué paso en usted... por qué su deseo de conocer la teoría psicoanalítica?
—Yo de repente me encontré con que había perdido todos mis recursos económicos...
Fue cuando Onganía nos echó a todos después de la Noche de los Bastones Largos; sucedió un fenómeno curioso: Los profesionales tenían ganas de seguir estando al día como cuando la universidad existía. En particular, los psiquiatras, los psicoanalistas, los psicólogos. Había una cantidad bastante grande de ellos que tenían ganas en ese momento de aprender Epistemología porque tenían todas las dudas que están implícitas en las preguntas que ustedes me hicieron. Ellos querían saber desde el punto de vista epistemológico qué puede decirse acerca del Psicoanálisis... si la cosa estaba tan mal como la pintaba siempre Mario Bunge, por ejemplo…
Es así que tuvieron el deseo de organizar grupos de estudio conmigo para que yo, de alguna manera, les enseñara epistemología, y después cambiáramos opiniones acerca de qué pasa en Psicoanálisis. Vale la pena señalar que ese fenómeno no ocurrió únicamente conmigo, se armaron grupos de estudio de muy distintos temas sobre Física, sobre Química, sobre Sociología, recuerdo los que organizó Germani, que fue un poco el responsable de la organización de la Sociología como ciencia nueva en la Argentina, eso dio lugar a estos grupos, yo conté 200 grupos de estudio en un momento determinado…
Un grupo de estudio podía tener en promedio 10 personas. En algunos casos mucho más.
Si yo conté doscientos grupos de estudio, conociendo como se dio la situación en aquel entonces, debo haber contado solamente la décima parte. Debía haber cerca de dos mil grupos de estudios, y esos dos mil grupos a diez personas cada uno serían alrededor de veinte mil personas... veinte mil alumnos, que es lo que se considera -por los expertos en Ciencias de la Educación- la cantidad de alumnos que puede tener una universidad si quiere funcionar óptimamente. La Universidad de Buenos Aires no está en esta condición porque actualmente tiene cerca de trescientos cincuenta mil alumnos…
—Era la universidad de las catacumbas esa...
—Era la universidad de Aguinis y Kovadloff... bueno, yo fui uno de los catacumberos digamos... Entonces se dio de esa manera. Yo hasta aquel momento era muy enemigo del Psicoanálisis. Me parecía también charlatanería y pensaba que Mario Bunge tenía razón. Pero en el contacto con los psicoanalistas me di cuenta de que había una cantidad de problemas, una cantidad de ideas que yo no podía tratar o considerar con el método científico, tanto como yo lo conocía. El de las Matemáticas, la Física, la Química, la Biología, o sea de las ciencias duras.
Y aquí se planteó un problema interesante, es decir ¿qué puede decir la Epistemología con respecto a este tipo de discurso? Y ahí, me pidieron el armado de los grupos de estudio y yo acepté gustosamente. De esa manera pude vivir, por cierto muy decorosamente, porque medio año después de haber quedado en la calle por la Noche de los Bastones Largos, extrañamente descubrí que estaba ganando más dinero que cuando era Profesor con dedicación exclusiva en la universidad. Ese fue un hecho interesante.
En relación al grupo de estudio, en primer lugar me di cuenta que entre los psicoanalistas -en contra de lo que pensaba Bunge- había gente muy inteligente, yo podría nombrar algunos cuantos. A modo de ejemplo, entre los amigos que tengo más interesados por la Epistemología puedo mencionar al Dr. Isaharoff -uno de los alumnos de quien me siento orgulloso-, el Dr. Echegoyen, que ha reconocido la influencia que tuve sobre muchos psicoanalistas en Argentina. También referir a Hugo Bleichmar, a Liendo, y tantos otros… Pero, volviendo al punto, lo cierto es que en aquel momento advertí que había un campo de conocimiento y me enfrenté a un problema interesante: que había que desarrollar la Epistemología en esa dirección para ver un poco más de cerca lo que pasaba. O sea que aprendí mucho de los psicoanalistas, pero no en el sentido de aprender Psicoanálisis -que en parte ocurrió al tener que leer en voz alta, discutir y criticar artículos de Psicoanálisis- sino en el de descubrir que había problemas epistemológicos -que yo no había imaginado- que debían ser tomados en cuenta. Por ejemplo en Física, Matemática o Química no existe algo parecido exactamente al problema de la interpretación en Psicoanálisis.
En otras palabras, el Psicoanálisis epistemológicamente sirvió para darme cuenta que había una cantidad de problemas que yo nunca había considerado y que, de alguna manera, había que bautizar y fundamentar en el campo del Psicoanálisis. Ese fue el momento en que Bunge y yo nos dividimos. Bunge en realidad... siempre hago chistes... algún psicoanalista debió haberle pegado cuando era chico… Yo estaba en la posición contraria, creía que se podían fundamentar algunas comunicaciones... Cuando salga el tercer tomo de mi libro sobre Epistemología y Psicoanálisis, va a ver un trabajo basado en el análisis epistemológico de “El carácter y el erotismo anal”. Es muy interesante el artículo de Freud porque, desde el punto de vista epistemológico, si uno mira con cuidado el texto resulta clarísimo y en perfecto orden, aunque no aparezca esto en una primera lectura -dada la particular forma de la escritura freudiana. Es decir, que ahí se ve perfectamente las aplicaciones de la Epistemología al Psicoanálisis.
Bunge y yo somos muy amigos desde hace mucho tiempo. Muchas veces me he encontrado con él en mesas redondas, y casi siempre y en forma inevitable, se arma una discusión sobre el Psicoanálisis, con algunas cuestiones un tanto pintorescas que se han dado, que podrían servir en parte para contestar un poco lo que usted me preguntó antes. En una oportunidad Mario Bunge y yo nos peleamos a muerte, pero después quedamos en buenas relaciones, él me dijo, bueno a ver… “¿Dónde están los laboratorios de Psicoanálisis?”. Entonces le contesté “enfrente de los laboratorios de los astrónomos”. Bunge responde sorprendido: “Pero no hay laboratorios de astronomía ¡hay observatorios!”. Y yo, entonces: “Sí, es lo mismo que pasa con los psicoanalistas, la observación y la práctica de tomar datos de la experiencia, y tampoco tienen laboratorios”.
En realidad eso no sería totalmente exacto en la actualidad, porque hay grupos de trabajo que están haciendo experimentos, y en algún sentido también Liberman hizo experimentos en relación a la forma del discurso. Y, en este sentido, aunque la Astronomía no tenga laboratorios, los astrónomos han desarrollado una ciencia porque tienen muchas observaciones, miles de observaciones, de manera que para hacer cuadros de correlación y comparación tienen tanto material como si hubieran tenido laboratorios. También tenemos que recordar que en la Universidad de Columbia hay un grupo de psicoanalistas que se han ocupado de hacer modelos, -en el sentido que la Física le da a ese término- o sea en forma bastante simplista al principio, pero muy bien hecha. Si, modelos de funcionamiento del aparato psíquico donde se ve cómo ocurren ciertas cosas, cómo algunas cosas aparecen o desaparecen.
En el Congreso de Psicoanálisis de Buenos Aires hicieron una exposición realmente notable; entender el método científico en Psicoanálisis es muy atrayente a través de modelos. Esto es, un poco también, una demostración que tiene algo que ver con lo que se me preguntaba acerca del método científico en las Ciencias Humanas o en las Ciencias Sociales. Aunque no es del todo cierto lo que voy a decir, pero uno podría también decir que en las Ciencias Sociales, en Sociología no hay cosas como experimentos. En realidad, hay toda una dirección en la que trabajó Watzlawick y otras personas mostrando que sí son posibles, pero lo que se señala con bastante razón es que para que una ciencia se pueda desarrollar como ciencia no es necesario el hacer experimentos porque puede tener un número altísimo de datos observacionales que le sirvan para ir adelante.
Por ejemplo, los sociólogos tienen una cantidad de datos, muestras y observaciones tan grandes que su análisis estadístico -la comparación en sus muestras- puede perfectamente llevarlos a resultados muy parecidos a los del método científico tradicional en las ciencias duras. Este es un punto que realmente es interesante, entonces cuando se me pregunta: “¿Pueden las Ciencias Sociales, que no disponen de experimentos, desarrollarse como ciencias?” Sí, pero en realidad no hace falta que haya experimentos -aunque vienen muy bien si son posibles- hace falta el disponer de datos u observaciones y ahí se pueden tener todos los que se quieran; y el Psicoanálisis también.
Lo que pasa un poco en Psicoanálisis, lamentablemente, es que no todos los psicoanalistas llevan en forma ordenada y documentada historias clínicas. Esa es una de las cosas de las que hay que cuidarse porque eso tendría mucha importancia en cuanto a la utilización y la discusión sobre el método científico en Psicoanálisis. Pero la verdad cuando uno mira esta situación, no ve mucha diferencia entre lo que se puede dar en Psicoanálisis y lo que se puede ver en otro tipo disciplinas.
Otro aspecto presente en esta discusión es que mucha gente cree que es necesaria la estadística para que una ciencia pueda -desde el punto de vista empírico observacional- llevarse adelante con éxito. Y en Psicoanálisis no es precisamente muy fácil utilizar estadística. Freud dice en una parte de sus escritos: “se ha reprochado al Psicoanálisis que no hace uso de la estadística; me gustaría enormemente poder usar la estadística, pero el Psicoanálisis -por el material que estudia- no es capaz de llevar adelante una investigación estadística”. Y leyendo El Capital de Marx, encuentro, en una parte, que Marx dice lo siguiente: “me echaron en cara que a esta forma de teorizar, la teoría del conflicto de clases y demás, no le puedo aplicar yo la estadística.
A mí me gustaría mucho aplicar la estadística, pero la Sociología y la Economía no son disciplinas cuyo material admita la estadística (en la Economía estaba un poco equivocado), casi lo mismo que dice Freud. De manera que hay que admitir que muchas veces la fuente metodológica que permite realmente llevar a acabo una investigación científica no está atada a la estadística como cosa obligatoria.
Desgraciadamente en los textos de método científico, especialmente los producidos en los Estados Unidos, se vincula estrechamente a la estadística con el método científico. Por ejemplo, tengo uno -buenísimo- de Medicina escrito por dos enfermeras (porque la enfermería en Estados Unidos es una carrera muy seria) que dicen -y tienen razón las enfermeras- que ellas tienen mucho más conocimiento de datos y material acerca de los enfermos que los propios médicos. Los médicos concurren una vez por semana, recorren la sala, y pueden hacer estudios, pero la enfermera tiene que ocuparse todo el día de los enfermos. La cuestión es que tienen que ser buenas administradoras.
Por ejemplo, tienen que ocuparse bastante bien de organización de empresas, organización de determinado tipo de entidad u organismo. Y este libro ofrece una definición bastante buena de lo que es el método científico, pero muy vinculada al uso de la estadística. Y eso -como acabamos de ver- no es algo definitorio del método científico. En definitiva, esta es un poco la problemática. Ustedes preguntarán ¿cuál es un buen libro sobre el método científico? Hay una cantidad bastante grande, están los de Wisdom y, modestamente, recomendaría el mío.
—¿Usted se encuentra escribiendo una autobiografía?
—En este momento sí, una autobiografía. No fue idea mía porque no me gustan las autobiografías. En la autobiografía generalmente el que la escribe recalca cosas que le interesaron mucho a él y que le pasaron, pero eso no quiere decir que sea interesante para los demás. Pero me convenció especialmente una persona. Me dijeron: “Usted ha tenido una vida muy variada, se ocupó de muchas cosas y ha conocido mucha gente en distintas circunstancias, sería interesante que ese material no se pierda y que Usted lo contara”. Bueno, entonces, ya está, ya lo tengo escrito, pero al leerlo me doy cuenta que pasé por alto una cantidad enorme de cosas muy importantes que debo agregarlas, así que todavía tengo para unos seis meses más.
Habría que hacer quizás interpretaciones psicoanalíticas de por qué pasé enteramente por alto uno de los episodios más interesantes de mi vida, como fue el estrecho vínculo con los hermanos Di Tella. Así que yo conocí bastante bien al Instituto Di Tella, del cual soy actualmente presidente. En la década del ´60, en el siglo pasado, el Instituto Di Tella tenía varios centros. Uno de los más reconocidos fue el de Artes Visuales, que prácticamente cambió la dinámica cultural del país. Después estaba el centro de Artes Audiovisuales que se ocupaba de la danza y el teatro.
Ahí es donde Oscar Arais hizo sus primeras experiencias. Completaba la tríada artística el Instituto de investigaciones musicales. Pero, el Di Tella tenía también su pata académica, compuesta por el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y el Instituto de Economía, que también eran sumamente importantes. Todos ellos -de alguna manera- cambiaron el sentido la cultura en la Argentina, y vale la pena contarlo. Después tengo muchas cosas que contar de mis viajes. Estuve en circunstancias peculiares, en situaciones muy curiosas, como en la Unión Soviética en diferentes épocas. Entonces hay muchas cosas que contar sobre lo que sucedió en aquel entonces. Estuve en Israel dos veces también, y también habría muchas cosas que contar sobre el problema sionista, el problema judío.
—¿Y existe algo que hoy por hoy quisiera estudiar e investigar?
—En realidad tengo varias vocaciones, y bastante fuertes. No recomiendo en general a la gente que atraviese este fenómeno, porque no disponemos de tanto tiempo para leer y si uno quiere hacer las cosas en serio tiene que estudiar mucho. Yo me he dedicado a Filosofía y Matemática, me he dedicado a Filosofía y Biología, me he ocupado de Epistemología de las Ciencias Sociales, me he ocupado de Psicoanálisis y me he ocupado de cuestiones de Politología y de Derechos Humanos. En realidad en algún sentido, respondiendo a su pregunta diría que lo mío, antes que nada, es la cuestión de los Derechos Humanos.
Y todavía estoy vinculado con ese tema, como lo estuve en su momento con la CONADEP, con la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos -de la cual fui casi un fundador, no lo fui en forma estricta porque entré a los dos meses de creada- y todavía integro el Consejo de Presidencia. La cantidad de premios, distinciones y plaquetas que tengo en homenaje a esa actividad son un orgullo. Los puede ver ahí en el piano arriba -parece en realidad un aparador de un deportista (risas). Creo que lo fundamental, hoy por hoy para mí, es la cuestión de la solidaridad humana, aquello que uno puede hacer por los demás.
También, simultáneamente, ocupo mucho mi tiempo en conferencias. Me gusta mucho la actividad mediática, he actuado innumerables veces en la universidad. Cuando estaba clausurada y había que hacer institutos paralelos -en la universidad de las catacumbas- me interesaba su armado y el dictado de las clases. Una vez, en el boletín de la Facultad de de Ciencias Exactas, hubo un informe sobre los profesores, y encabecé el listado de los más populares, cosa que me llenó de orgullo. De hecho la cuestión de la estructura de la universidad, los problemas que plantea, cómo tiene que funcionar, siempre me interesó. Y decía que yo era medio sádico porque era capaz de dar ocho horas seguidas de clases en un seminario.
miércoles, 8 de abril de 2009
Las bases neurológicas de la sabiduría
Definida desde la religión y la filosofía durante siglos, ahora se sabe que está asociada al sistema límbico y a la corteza prefrontal.
La sabiduría, entendida como una virtud humana asociada a la empatía, la compasión o el altruismo, está relacionada con la actividad de ciertas partes del cerebro, según una investigación de la Universidad de California en San Diego. La investigación determinó que la corteza prefrontal del cerebro se activa con la regulación emocional o la capacidad de relativizar; que la corteza prefrontal lateral facilita la toma de decisiones razonadas; y que la corteza prefrontal media está implicada en el equilibro emocional y la actitudes pro-sociales o socialmente positivas. Aunque éste es sólo el inicio de un largo camino de investigaciones, la neurobiología promete explicar e incluso fomentar esta misteriosa virtud, hasta hace poco asociada únicamente a la filosofía y a la religión.
Por Yaiza Martínez.
Científicos de la Universidad de California en San Diego (UCSD), Estados Unidos, han analizado por vez primera –revisando todos los estudios relacionados con el tema- la neurobiología de la sabiduría, un fenómeno de la conciencia humana normalmente estudiado desde la religión o desde la filosofía.
Los encargados de esta revisión de documentos han sido los especialistas Dilip V. Jeste y Thomas W. Meeks, del Departamento de Psiquiatría de la UCSD y del Stein Institute for Research on Angig, y los resultados obtenidos han aparecido recientemente publicados en la revista especializada Archives of General Psychiatry.
Según declaró Jeste en un comunicado emitido por la UCSD, “a pesar de que existen muchas similitudes en la definición de sabiduría en las diversas épocas y culturas, dicha definición es más bien subjetiva”.
Desde la perspectiva de la neurobiología el científico señala que “nuestra investigación sugiere que habría una base neurobiológica en las características más universales de la sabiduría”.
Los encargados de esta revisión de documentos han sido los especialistas Dilip V. Jeste y Thomas W. Meeks, del Departamento de Psiquiatría de la UCSD y del Stein Institute for Research on Angig, y los resultados obtenidos han aparecido recientemente publicados en la revista especializada Archives of General Psychiatry.
Según declaró Jeste en un comunicado emitido por la UCSD, “a pesar de que existen muchas similitudes en la definición de sabiduría en las diversas épocas y culturas, dicha definición es más bien subjetiva”.
Desde la perspectiva de la neurobiología el científico señala que “nuestra investigación sugiere que habría una base neurobiológica en las características más universales de la sabiduría”.
Preguntas sin respuesta
La sabiduría es una capacidad psicológica única que se ha mencionado desde la antigüedad, que se ha discutido desde diversas disciplinas del conocimiento desde siempre, y que sólo recientemente ha sido analizada por la psicología y la sociología.
Por otro lado, la sabiduría ha sido definida a lo largo de los siglos y en el transcurso de las civilizaciones como un cúmulo de elementos psicológicos.
Los componentes más comúnmente señalados dentro de esta virtud humana han sido la capacidad de empatía, la compasión o el altruismo, la estabilidad emocional, el auto-conocimiento; y algunas actitudes pro-sociales, como la tolerancia hacia los valores ajenos.
Pero, según Jeste, ciertas preguntas siempre han quedado sin respuesta: ¿es la sabiduría universal o tiene una base cultural?; ¿es una virtud únicamente humana, relacionada con la edad?; ¿depende la sabiduría de la experiencia o, por el contrario, puede ser enseñada?
La investigación empírica a este respecto es algo relativamente novedoso. Meeks y Jeste señalan que en los años 70 del siglo pasado sólo se publicaron 20 artículos relativos a la sabiduría, pero que desde el año 2000 ha habido ya 250 publicaciones sobre el tema.
Áreas del cerebro implicadas
A pesar de este interés científico en alza, los investigadores no encontraron en su revisión ningún estudio anterior al suyo en el que la palabra “sabiduría” haya sido relacionada con términos como neurobiología, neuroimágenes o neurotransmisores, aseguran.
Con el fin de determinar si existen circuitos cerebrales específicos responsables de la sabiduría de los humanos, los científicos examinaron los artículos, publicaciones y documentos existentes para seis de los atributos más comúnmente incluidos en la definición de sabiduría, y para los circuitos cerebrales asociados con dichos atributos.
Revisados estos documentos, se recogieron todos aquellos datos que los investigadores consideraron potencialmente relevantes para definir la neurología de la sabiduría.
Meeks y Jeste se centraron inicialmente en los estudios en los que se había utilizado la técnica de neuroimagen funcional, que permite medir los cambios en el flujo sanguíneo del cerebro o las alteraciones en éste –ambos en relación a determinadas actividades cerebrales-, así como en investigaciones sobre el funcionamiento de los neurotransmisores.
Así descubrieron, por ejemplo, que el ejercicio del altruismo activa la corteza media pre-frontal, mientras que la toma de decisiones requiere una combinación de las funciones racional (corteza prefrontal dorsolateral, que juega un papel en la atención y en la memoria de trabajo), socio-emocional (corteza prefrontal media); y de detección de conflictos (corteza cingulada anterior, también asociada con el llamado “sexto sentido”).
Curiosamente, señalan los científicos, diversas áreas del cerebro parecen estar relacionadas con diferentes componentes de la sabiduría. En el artículo aparecido en Archives of General Psychiatry se especifica: la corteza prefrontal del cerebro se activa con la regulación emocional o la capacidad de relativizar; la corteza prefrontal lateral facilita la toma de decisiones calculadas o basadas en razonamientos; y la corteza prefrontal media estaría implicada en el equilibro emocional y la actitudes pro-sociales o socialmente positivas.
Equilibro entre cerebro antiguo y cerebro nuevo
Por otro lado, el neurocircuito de la recompensa (cuerpo estriado ventral y núcleo accumbens) también parece importante para la promoción de actitudes pro-sociales; y la actividad monoaminérgica (especialmente serotoninérgica y dopaminérgica) –que está influenciada por diversos polimorfismos genéticos- resulta esencial para ciertos subcomponentes de la sabiduría como la regulación emocional (incluido el control de los impulsos), la toma de decisiones o las actitudes pro-sociales.
En definitiva, según sugieren los investigadores de la UCSD, la neurobiología de la sabiduría podría implicar un equilibrio óptimo entre las regiones del cerebro más primitivas (sistema límbico) y las más nuevas (corteza prefrontal del cerebro).
Entre las posibles aplicaciones de un conocimiento profundo de los mecanismos neurobiológicos subyacentes a la sabiduría estaría la posibilidad de desarrollar, en el futuro, intervenciones destinadas a fomentarla, aseguran los científicos.
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lunes, 16 de marzo de 2009
'Imposturas intelectuales', de Alan Sokal y Jean Bricmont
Existen corrientes de pensamiento que, al igual que si fueran terremotos, ponen en alerta mi sismógrafo intelectual. La religión, el creacionismo, la idea de que el arte es mesurable cualitativamente de forma incontrovertible. Esa clase de cosas.
Pero si hay una tendencia intelectual que de veras me parece nociva (aunque apenas llama la atención a nuestro alrededor) es la del posmodernismo y el relativismo cognitivo. Entonces mi sismógrafo registra una puntuación máxima en la escala Richter. Cuando la gente empieza a usar el caos y lo de la mariposa que agita sus alas para originar un huracán, la mecánica cuántica, los fractales y demás sin tener ni idea y para justificar o explicar cosas que nada tienen que ver con la ciencia.
Imposturas intelectuales es uno de los libros-experimento que sin duda ha hecho más por demostrar lo ridículos que resultan los planteamientos posmodernistas y, de paso, intenta desautorizar a esa caterva de intelectuales (mayormente de las ciencias sociales) que campean a su anchas demostrando un analfabetismo insultante o una simple y llana mala fe.
El origen de este libro es una broma. Debido a que cada vez más sectores pertenecientes al ámbito de las humanidades y de las ciencias sociales han adoptado la filosofía posmodernista de rechazar más o menos explícitamente la tradición racionalista de la Ilustración, arguyendo que la ciencia no es más que una “narración”, un “mito” o una construcción social, los autores quisieron comprobar hasta donde podían llegar si ellos también adoptaban esta postura.
Por ello, Alan Sokal, presentó una parodia de trabajo que ha venido proliferando en los últimos años a una revista cultural norteamericana de moda, Social Text. El título de este artículo fue “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica”. Un título que incluso era sencillo en comparación con el cuerpo del artículo, que no era más que una sucesión de absurdos, faltas de lógica y mucha palabrería científica tan del gusto de los que no tienen mucha idea de ciencia. (Al final del libro, por cierto, se transcribe el artículo completo y se analizan las trampas punto por punto).
La idea central del artículo postulaba que la realidad física, al igual que la realidad social, es en el fondo una construcción lingüística y social; y al final añadía que “la π de Euclides y la G de Newton, que antiguamente se creían constantes y universales, son ahora percibidas en su ineluctable historicidad.”
El texto no sólo fue aceptado sino incluso aplaudido por muchos intelectuales. Poco después, por supuesto, se desveló la broma… y las críticas no tardaron en llegar.
Pero esta anécdota sólo sirve como punto de partida para Imposturas intelectuales. La verdadera intención del libro es analizar sistemáticamente los errores en los que tropiezan autores tan renombrados en Francia y en el mundo como Jacques Lacan, Julia Kristeva, Luce Irrigaría, Bruno Latour, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y otros.
Todos los autores analizados en Imposturas intelectuales incorporan a las ciencias humanas o sociales nociones propias de las ciencias naturales sin ningún tipo de justificación empírica o conceptual. Y lo que es peor: dejan de manifiesto todos ellos que sus conocimientos en las ciencias naturales son superficiales o directamente nulas. Pero al tratarse de textos dirigidos a otros colegas y estudiosos de las ciencias humanas o sociales, nadie se da cuenta de ello.
Lacan, quizá el más conocido, por ejemplo, intenta “matematizar” el psicoanálisis, pero Sokal y Bricmont demuestran que Lacan emplea analogías entre ambas materias, el psicoanálisis y las matemáticas, de una forma totalmente arbitraria. Puro misticismo laico. Los lectores de Lacan, que ni idea tienen de ciencia, tragan sin rechistar.
Todos estos capítulos son tal vez un tanto tediosos, porque te obligan a leer textos muy crípticos de autores que precisamente son adulados por su densidad expositiva. Y tal vez algunos análisis se escapen de la comprensión del lector que no domine la materia científica. Pero Imposturas intelectuales vale su peso en oro, sobre todo, por un intermedio que casi ocupa un cuarto del libro. Un capítulo central magistral donde ambos autores argumentan de forma sencilla acerca de cómo funciona realmente, a nivel epistemológico, la ciencia y por qué el relativismo cultural es una falacia.
Así pues, Imposturas intelectuales, además de dejar al descubierto que muchos autores posmodernistas, sobre todo del ámbito de las ciencias sociales, son aficionados a una verborrea oscura y pedante para, quizá, escamotear la inanidad de su contenido, también ayudará a muchos lectores a resolver qué significa tener certezas sobre algo, qué es la verdad objetiva y subjetiva, por qué el relativismo se contradice a sí mismo, etc.
De modo que recomiendo vivamente este texto a los que sois de letras. Todas las objeciones que se os puedan ocurrir respecto a la idea de que la ciencia no puede ser relativa y se basa en certezas, os aseguro que aquí están contestadas. Porque las disciplinas científicas (así como las partes científicas de las ciencias sociales) se basan en un conocimiento acumulativo y, por tanto, nada subjetivo. Es conocimiento racional y objetivo (objetivo en el sentido práctico, por supuesto, no en el sentido absoluto, el cual ni nos atañe ni debe ser invocado para discutir asuntos terrenales).
Pero aún se puede ir más lejos: es natural introducir una jerarquía en el grado de certidumbre que se concede a diferentes teorías en función de la cantidad y la calidad de los argumentos que la fundamentan. Todos los científicos, y a decir verdad todos los seres humanos, proceden de este modo y asignan mayor probabilidad subjetiva a las teorías mejor fundamentadas (por ejemplo, la evolución de las especies o la existencia de átomos) y menor probabilidad subjetiva a las teorías más especulativas (por ejemplo, las teorías detalladas de la gravedad cuánticas). El mismo razonamiento es aplicable cuando se comparan teorías de las ciencias de la naturaleza con teorías históricas o sociológicas. Así, por ejemplo, las pruebas a favor de la rotación de la Tierra son mucho más sólidas que las que podría aportar Kuhn para sostener cualquiera de sus teorías históricas. Naturalmente, eso no quiero decir que los físicos sean más inteligentes que los historiadores, ni que utilicen métodos mejores, sino simplemente que, en términos generales, los problemas que estudian no son tan complejos e incluyen un menor número de variables que, además, son más fáciles de medir y controlar. La introducción de esta jerarquía en nuestras certidumbres resulta inevitable, y de ella se desprende que ningún argumento concebible fundado en la visión kuhniana de la historia puede acudir en ayuda de los sociólogos o filósofos que pretendan desafiar, de forma global, la fiabilidad de los conocimientos científicos.
Pero si hay una tendencia intelectual que de veras me parece nociva (aunque apenas llama la atención a nuestro alrededor) es la del posmodernismo y el relativismo cognitivo. Entonces mi sismógrafo registra una puntuación máxima en la escala Richter. Cuando la gente empieza a usar el caos y lo de la mariposa que agita sus alas para originar un huracán, la mecánica cuántica, los fractales y demás sin tener ni idea y para justificar o explicar cosas que nada tienen que ver con la ciencia.
Imposturas intelectuales es uno de los libros-experimento que sin duda ha hecho más por demostrar lo ridículos que resultan los planteamientos posmodernistas y, de paso, intenta desautorizar a esa caterva de intelectuales (mayormente de las ciencias sociales) que campean a su anchas demostrando un analfabetismo insultante o una simple y llana mala fe.
El origen de este libro es una broma. Debido a que cada vez más sectores pertenecientes al ámbito de las humanidades y de las ciencias sociales han adoptado la filosofía posmodernista de rechazar más o menos explícitamente la tradición racionalista de la Ilustración, arguyendo que la ciencia no es más que una “narración”, un “mito” o una construcción social, los autores quisieron comprobar hasta donde podían llegar si ellos también adoptaban esta postura.
Por ello, Alan Sokal, presentó una parodia de trabajo que ha venido proliferando en los últimos años a una revista cultural norteamericana de moda, Social Text. El título de este artículo fue “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica”. Un título que incluso era sencillo en comparación con el cuerpo del artículo, que no era más que una sucesión de absurdos, faltas de lógica y mucha palabrería científica tan del gusto de los que no tienen mucha idea de ciencia. (Al final del libro, por cierto, se transcribe el artículo completo y se analizan las trampas punto por punto).
La idea central del artículo postulaba que la realidad física, al igual que la realidad social, es en el fondo una construcción lingüística y social; y al final añadía que “la π de Euclides y la G de Newton, que antiguamente se creían constantes y universales, son ahora percibidas en su ineluctable historicidad.”
El texto no sólo fue aceptado sino incluso aplaudido por muchos intelectuales. Poco después, por supuesto, se desveló la broma… y las críticas no tardaron en llegar.
Pero esta anécdota sólo sirve como punto de partida para Imposturas intelectuales. La verdadera intención del libro es analizar sistemáticamente los errores en los que tropiezan autores tan renombrados en Francia y en el mundo como Jacques Lacan, Julia Kristeva, Luce Irrigaría, Bruno Latour, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y otros.
Todos los autores analizados en Imposturas intelectuales incorporan a las ciencias humanas o sociales nociones propias de las ciencias naturales sin ningún tipo de justificación empírica o conceptual. Y lo que es peor: dejan de manifiesto todos ellos que sus conocimientos en las ciencias naturales son superficiales o directamente nulas. Pero al tratarse de textos dirigidos a otros colegas y estudiosos de las ciencias humanas o sociales, nadie se da cuenta de ello.
Lacan, quizá el más conocido, por ejemplo, intenta “matematizar” el psicoanálisis, pero Sokal y Bricmont demuestran que Lacan emplea analogías entre ambas materias, el psicoanálisis y las matemáticas, de una forma totalmente arbitraria. Puro misticismo laico. Los lectores de Lacan, que ni idea tienen de ciencia, tragan sin rechistar.
Todos estos capítulos son tal vez un tanto tediosos, porque te obligan a leer textos muy crípticos de autores que precisamente son adulados por su densidad expositiva. Y tal vez algunos análisis se escapen de la comprensión del lector que no domine la materia científica. Pero Imposturas intelectuales vale su peso en oro, sobre todo, por un intermedio que casi ocupa un cuarto del libro. Un capítulo central magistral donde ambos autores argumentan de forma sencilla acerca de cómo funciona realmente, a nivel epistemológico, la ciencia y por qué el relativismo cultural es una falacia.
Así pues, Imposturas intelectuales, además de dejar al descubierto que muchos autores posmodernistas, sobre todo del ámbito de las ciencias sociales, son aficionados a una verborrea oscura y pedante para, quizá, escamotear la inanidad de su contenido, también ayudará a muchos lectores a resolver qué significa tener certezas sobre algo, qué es la verdad objetiva y subjetiva, por qué el relativismo se contradice a sí mismo, etc.
De modo que recomiendo vivamente este texto a los que sois de letras. Todas las objeciones que se os puedan ocurrir respecto a la idea de que la ciencia no puede ser relativa y se basa en certezas, os aseguro que aquí están contestadas. Porque las disciplinas científicas (así como las partes científicas de las ciencias sociales) se basan en un conocimiento acumulativo y, por tanto, nada subjetivo. Es conocimiento racional y objetivo (objetivo en el sentido práctico, por supuesto, no en el sentido absoluto, el cual ni nos atañe ni debe ser invocado para discutir asuntos terrenales).
Pero aún se puede ir más lejos: es natural introducir una jerarquía en el grado de certidumbre que se concede a diferentes teorías en función de la cantidad y la calidad de los argumentos que la fundamentan. Todos los científicos, y a decir verdad todos los seres humanos, proceden de este modo y asignan mayor probabilidad subjetiva a las teorías mejor fundamentadas (por ejemplo, la evolución de las especies o la existencia de átomos) y menor probabilidad subjetiva a las teorías más especulativas (por ejemplo, las teorías detalladas de la gravedad cuánticas). El mismo razonamiento es aplicable cuando se comparan teorías de las ciencias de la naturaleza con teorías históricas o sociológicas. Así, por ejemplo, las pruebas a favor de la rotación de la Tierra son mucho más sólidas que las que podría aportar Kuhn para sostener cualquiera de sus teorías históricas. Naturalmente, eso no quiero decir que los físicos sean más inteligentes que los historiadores, ni que utilicen métodos mejores, sino simplemente que, en términos generales, los problemas que estudian no son tan complejos e incluyen un menor número de variables que, además, son más fáciles de medir y controlar. La introducción de esta jerarquía en nuestras certidumbres resulta inevitable, y de ella se desprende que ningún argumento concebible fundado en la visión kuhniana de la historia puede acudir en ayuda de los sociólogos o filósofos que pretendan desafiar, de forma global, la fiabilidad de los conocimientos científicos.
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